16 de setembro 2016

Tal fue la fama de las "Aguas Lérez" que incluso se llegó a comentar que en la selecta carta del Titanic, aparecía entre sus aguas la "Lérez Natural Mineral Water".

Todo comenzó en el año 1900, cuando Casimiro Gómez, la mayor fortuna de la emigración ga­llega en Argentina, compra por 100.000 pesetas (un fortunón para la época) una finca de unas setenta hectáreas en Monte Porreiro, la antigua Alquería de San Antonio Abad, a la que él rebautiza como "Villa Buenos Aires", en homenaje a la tierra que lo había acogido.

El chalé de estilo suizo con el que contaba la finca era utilizado por el propietario como casa-hotel de veraneo y el extenso terreno lo destinó durante unos años a explotación agropecuaria.

Pero el proyecto estrella fue la creación de un Balneario, con el fin de renta­bilizar la riqueza de las aguas de los manantiales minero-medicinales del entor­no de "Villa Buenos Aires". Las fuentes con las que contaba la antigua Alquería de San Antonio Abad, denominadas Monte Porreiro y Aceñas (situada cerca de una hospedería donde se alojaban los visitantes) constituían los ejes de este balneario. En 1904 se le concede la declaración de utilidad pública de los ma­nantiales de agua minero-medicinales, por R.O. de 15 de noviembre de 1904.

En ese mismo año, Casimiro Gómez, remite al Ministerio los planos del Balneario, que se ubicaría en la margen izquierda del río Lérez y también inicia la explotación comercial del agua embotellada de sus manantiales. Para ello instala la maquinaria necesaria y realiza varios análisis en los que se certifica que las aguas están especialmente recomendadas para las enfermedades esto­macales o del hígado.

Se realizaron sorprendentes campañas en prensa con las que se consiguió una exitosa acogida en los mercados y hacer famosas las Aguas Mineromedicinales Lérez. Su fama se extiende por media Europa y América. En Inglaterra se crea "The Lérez Natural Mineral Water Company", para distribuir allí la marca, los socios ingleses solicitan que el envío de botellas debe de ser de dos millones ya que el millón y medio de botellas que se mandan anualmente no cubrían la de­manda. Seguidamente se inicia la exportación del agua embotellada a lugares como Estados Unidos, Egipto, India o Australia.

En 1907 el agua recibe diversos galardones y el propio rey Alfonso XIII felicita a Casimiro Gómez por su altísima calidad. Ese mismo año obtiene el título de Proveedor de la Casa Real Española.

Además de las campañas publicitarias, consiguió que un elevado número de profesionales de la medicina y otros especialistas certificaran la calidad de las aguas del Lérez,a las que se atribuían propiedades curativas del aparato diges­tivo, intestinal y renal, así como de actuar contra el reumatismo, la artritis, la anemia, la diabetes y otras enfermedades.

Es el momento de eclosión del termalismo gallego, cuyos seguidores buscaban las propiedades curativas pero, sobre todo, entablar relaciones con la alta aristocracia y la cúpula gobernante. Es tal el auge que incluso se registra la presencia de periodistas británicos haciendo guías, crónicas, hasta un libro "Galicia. La Suiza española".

La alta sociedad pontevedresa asistió, el 22 de agosto de 1906, a la inauguración del Balneario de Lérez. Para su edificación Casimiro Gómez había escogido una finca en Monte Porreiro, situa­da en la margen izquierda del río, en uno de los más hermosos salones, todavía se conserva una parte del edificio. El insigne protagonista inició enton­ces una rápida transformación del lugar, lo embelleció con espaciosas avenidas, fuentes, miradores, grutas, laberintos e invernaderos. Su complejo en Monte Porreiro contaba con balneario, hotel, y merenderos al aire libre. Asimismo realizó una serie de obras, especialmente para mejorar los accesos desde Pontevedra hasta sus aguas. Para ello abre, en el año 1911, una nueva calle, la avenida de Buenos Aires.

El hotel y el balneario fue un punto de encuentro de visitantes ilustres y de influyentes políticos, aristócratas y miembros de la realeza de la épo­ca, donde se llegaron a fraguar importantes cuestiones políticas. Pontevedra goza de su mayor esplendor, estamos ante uno de los centros más dinámi­cos de la política española, en la que los políticos locales ocupaban puestos de relevancia en los cargos de poder del Estado, políticos pontevedreses como Montero Ríos, González Besada, Bugallal, Vincenti, Cobián Roffignac y el mis­mo marqués de Riestra frecuentaban el balneario del Lérez, además de atraer a otros visitantes como Canalejas, la infanta Isabel de Borbón, el ex sultán de Marruecos, Muley Haffid, así como médicos, periodistas y escritores ingleses que también pasaron por Monte Porreiro.

El esplendor del balneario del Lérez duró desde 1906 hasta 1914, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. La guerra es la que corta todo desarrollo, España no participa, pero todo el tráfico de pasajeros queda colapsado, nadie se atreve a cruzar el Atlántico porque atacaban todos los barcos y, en esa tesitura, Casimiro Gómez vuelve a Argentina para convertirse en proveedor de las potencias que participan en la confrontación. Cuando regresa, en 1919, el contexto aquí ya es otro. La eclosión de los balnearios ga­llegos había decaído y, aunque volvería a reactivarse unos cuantos años des­pués, empezaba la competencia de las playas frente al termalismo.Casimiro Gómez acabaría abandonando su proyecto termal para convertir la finca y el complejo de Monte Porreiro en una granja experimental, coincidiendo con la llegada de Daniel de la Sota a la Diputación y con el empuje que le va a dar a la agricultura y a la ganadería.

A pesar de su enorme fama durante las primeras décadas del siglo XX, el paso del tiempo y la fuerte competencia acabarían por poner fin a la vida del balneario y a las aguas medicinales del Lérez.