Once años han pasado desde que el 18 de agosto de 2010 Sonia Iglesias Eirín desapareció en pleno centro de Pontevedra. Tal y como ya sucedió en 2020, la pandemia de la covid-19 ha llevado a la decisión de no convocar la habitual concentración con la que familiares y amigos recordaban a la joven pontevedresa, pero su recuerdo sigue igualmente presente entre quienes la conocían y, en general, en todos los pontevedreses, pues su desaparición es uno de los casos más inquietantes que recuerda la ciudad y durante más de una década ha despertado una ola de cariño hacia sus allegados.
Este 2021, además, es un año triste para la familia, que el pasado mes de mayo tuvo que enterrar a Alejandro, el padre de Sonia, de 73 años, que falleció por una dura enfermedad sin conocer el paradero de su hija desde que aquel 18 de agosto de hace 11 años no se presentó a su puesto de trabajo como encargada de la planta superior de la tienda pontevedresa de Massimo Dutti.
Cuando se perdió su rastro, Sonia tenía 37 años y un hijo menor de edad, que tenía 8 años y acababa de hacer la Comunión. Hoy en día ya no solo ha entrado en la vida adulta, sino que además, lo ha hecho sin sus dos progenitores. Su madre lleva más de una década desaparecida y su padre, Julio Araújo, falleció el septiembre pasado a los 62 años víctima de un cáncer de pulmón.
La muerte de Araújo ha dejado el caso en vía muerta, pues fue la última persona en ver a Sonia y en todos estos años el único sospechoso de su desaparición. La acompañó a dejar un par de sandalias a arreglar en una zapatería y luego, según relató a la Policía desde el principio, pretendía llevarla en coche al trabajo, pero había demasiado tráfico y la dejó para que fuese andando.
Nada más se sabe de Sonia desde entonces y todas las investigaciones realizadas para dar con su paradero han realizado infructuosas a pesar de que tanto la Policía Nacional como la Fiscalía mantienen el caso siempre sobre la mesa y realizan todas las gestiones que consideran oportunas. En la vía judicial, está archivado de forma provisional.
En los juzgados sí hubo novedades en el último año, pero no para aclarar qué ocurrió con Sonia, sino que el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Pontevedra inició el expediente de declaración de fallecimiento de la joven. Fue su hijo, Alejandro Araújo Iglesias, el que pidió iniciar los trámites coincidiendo con los 10 años de ausencia de su progenitora.
El juzgado emitió un auto por el que comunicó la apertura de este expediente y lo hizo público "para que los que tengan noticias de su existencia puedan ponerlas en conocimiento de este Juzgado y ser oídos". Una vez que se resuelva, su hijo, ahora sin padre ni madre, podría arreglar cuestiones de índole legal y administrativa que se encuentran bloqueadas al no constar su madre como fallecida.
La familia de Sonia Iglesias, con su hermana Mari Carmen como portavoz, ha mantenido vivo su recuerdo durante estos últimos 11 años y no ha dejado de buscarla. Sin embargo, pocos avances han logrado. Su cartera apareció en el entorno del monte Castrove y su carné de conducir apareció frente a su casa. A partir de ahí, todo incógnitas que no se han podido resolver.
Julio Araújo fue la única persona investigada por su desaparición, en la que en un momento de las investigaciones uno de sus hermanos fue considerado posible cómplice, pero ya antes de morir se había archivado la causa y no había ninguna acusación contra ellos. Llegaron a hacerse registros en sus propiedades y a investigar su entorno y movimientos, pero no se encontró ninguna pista concluyente y el procedimiento se sobreseyó de forma provisional.