La temporada del Pontevedra en Primera RFEF: Lo que mal empieza...

Pontevedra
16 de mayo 2023

La temporada del Pontevedra Club de Fútbol en la Primera RFEF comenzó ya con el pie cambiado, con el culebrón que supuso la no renovación de Ángel Rodríguez y elección de entrenador y el silencio decretado por la institución granate. Fue el primer paso de un año lleno de despropósitos en lo deportivo que han conducido al descenso de categoría

Partido de Primera RFEF entre Pontevedra CF - Unionistas de Salamanca en Pasarón
Partido de Primera RFEF entre Pontevedra CF - Unionistas de Salamanca en Pasarón / Cristina Saiz

El Pontevedra Club de Fútbol es ya a todos los efectos equipo de Segunda RFEF, tras confirmarse matemáticamente su descenso de categoría a dos jornadas para el final de la competición. Es el cierre a una temporada que en lugar de comenzar con el viento a favor tras el ascenso del curso anterior lo hizo ya a trompicones.

Los granates se las prometían felices con el ascenso de hace un año, logrado todavía a mediados de mayo y que dejaba mucho tiempo para planificar el salto a una categoría que se ha demostrado tremendamente exigente, pero desde el primer momento las cosas se torcieron.

DESPEDIDA DE ÁNGEL RODRÍGUEZ Y ELECCIÓN DE NUEVO ENTRENADOR

Pese a lograr el objetivo, la dirección del Pontevedra se tomó un tiempo para pensar sobre si el entrenador que había capitaneado la nave, Ángel Rodríguez, era el idóneo para la Primera RFEF. En el trasfondo, una cierta falta de 'feeling' con la planta noble, no así con el que era en ese momento director deportivo Toni Otero, que hizo dudar sobre su continuidad.

Tras semanas sin contacto, cuando se entablaron negociaciones para su renovación el técnico acabó rechando el ofrecimiento para aceptar la propuesta del Hércules en Segunda RFEF. Un primer traspiés para un proyecto que pretendía ser continuista. "Si hace tres meses hiciésemos lo que propuse no estaríamos en esta situación", llegó a criticar un Otero que por momentos pareció apartado de las decisiones pero que afirmó "no he dejado de trabajar". 

Hubo que esperar al 6 de julio, a pocos días de iniciarse la pretemporada, para conocer el nombre del nuevo entrenador, que fue Antonio Fernández. Para aquel entonces la plantilla estaba ya prácticamente confeccionada con las renovaciones. Faltaban unos fichajes que también tardaron en producirse. Sólo Ángel Bastos (confirmado el 7 de julio) se vistió de corto en el inicio de los entrenamientos. Después aterrizaron Mario Ortiz (23 de julio), Borja Domínguez (5 de agosto), Libasse Guèye (19 de agosto), Luis Martínez (22 de agosto), Jon Bakero (23 de agosto) y Viktor Nikolov (26 de agosto).

INESTABILIDAD EN EL BANQUILLO

La temporada quedará marcada por la inestabilidad en el banquillo de Pasarón. Con Antonio Fernández el inicio fue esperanzador, sobre todo tras la buena imagen en el debut contra el Alcorcón y el empate en Riazor, pero el equipo perdió fuerza y se mantuvo al filo del descenso hasta las vaciones de Navidad, a las que llegó en la zona roja pero empatado a puntos con la permanencia. Llegaría en ese momento la Copa del Rey y dos ilusionantes encuentros con Tenerife y Mallorca cuyo esfuerzo acabó penalizando en el incio de año. 

Dos derrotas consecutivas llevaron a 4 los puntos a los que se situaba la salvación y terminaron con la etapa de Antonio de una forma además cuanto menos cuestionable, y es que el técnico se enteró de su cese primero por agentes externos al club.

Su puesto lo ocuparía Toni Otero, sin experiencia en banquillos profesionales. Su corta etapa, seis partidos, estuvo marcada por una plaga de lesiones que mermó de manera importante a la plantilla granate y que le impidió lograr un mayor botín de puntos (4 de 18 posibles), problemas físicos que aparecían con un Pasarón cuyo estado dejaba mucho que desear y condicionaba el juego del equipo.

Por último sería el turno de Juan Señor, un hombre recordado más por su gol en el 12-1 del España-Malta que por su experiencia en los banquillos, tras casi dos décadas sin dirigir un equipo profesional. Con él al frente, el Pontevedra pareció recobrar el pulso empujado por varios buenos resultados como local, coincidiendo con el regreso a los terrenos de juego de hombres importantes. Sin embargo, su nulo bagaje a domicilio y los errores defensivos acabaron siendo una losa demasiado pesada para salvar la categoría.

MERCADO INVERNAL Y ESPANTADA DE LIBASSE GUÈYE 

En medio de todo ello, llegó un mercado invernal en el que el club granate decidió en un primer momento no reforzar al equipo, pese a permitir la salida de Oier Calvillo previa renovación por una temporada, la de Mario Ortiz y la espantada de Libasse Guèye. Sólo se dio de alta a Derik Osede, que ya entrenaba con el equipo desde verano.

Posteriormente, ya con Toni como entrenador y desentendiéndose de la dirección deportiva, se cerraría fuera de plazo la incorporación de un extremo como Gonzalo Bueno cuya presencia ha sido testimonial, con un par de minutos jugados en Talavera casi tres meses después de su llegada.

En cuanto a Guèye, dos meses y medio más tarde de la huida para intentar romper su contrato, se incorporó a los entrenamientos, pidiendo perdón a club y afición y asumiendo una sanción. Fue un tema espinoso que se trasladó a la grada, que nunca entendió que siguiera perteneciendo al club. Así lo hizo notar cuando 'redebutó' en Pasarón levantando ampollas su cambio en un día además complicado con un resultado en contra de 1-5.

DIVISIÓN CON LA GRADA

El año ha estado marcado además por un clima en ocasiones irrespirable de división con un sector de la afición, especialmente el ubicado en el Fondo Norte del estadio. Todo un contraste con la cercanía entre grada y equipo con la que se consiguió el ascenso a Primera RFEF, con la guinda del duelo frente al Salamanca con una gran presencia de seguidores en las gradas. La ola positiva no se prolongó, entre otras cosas por un incomprensible silencio institucional en verano que se volvió eterno, y los gritos hacia el consejo de administración y la presidenta se fueron volviendo en una constante a lo largo de la campaña, alejando el foco de lo deportivo.

Con este trasfondo la propia presidenta, Lupe Murillo, ofreció una larga rueda de prensa en la que defendió su gestión al frente de la entidad, tanto a nivel económico como social asegurando que "partimos de 1.400 socios cuando llegamos. Hoy hay 2.394".

Puede que ninguno de los factores resulte determinante, pero todos ellos suponen una pequeña radiografía de una temporada que acabó convirtiéndose en pesadilla.