![Rafael FJ Rios](/web/cache/scene/uploads/xornalistas/foto/dad/_S7QytKoutjK3UsovKMnMzytWsi62MjSxUqrKz891Lsov0DE1AC_/_Il61oA_/638dab1d94-56106079_272747366938365_1649781845602074624_n.jpg)
Rafael FJ Rios
Vistas del kraken
Acción política es a acción de gobierno como Política es a X. Esta incógnita es la que encierra en los malos gobiernos las tentaciones de controlar o disciplinar comportamientos desde el Poder mediante el uso de técnicas y procedimientos coactivos. Esto en el Beato de Liébana podría señalarse como la bestia que se eleva desde el abismo por cuanto nos encontramos con la mayor fuerza organizativa, el mayor ente existente después del individuo, el inmenso Estado. Dispone no solamente de aquellos resortes que por Ley le hemos conferido el conjunto de los ciudadanos, sino que -amparándose en su fuerza misma- dicha violencia legal delegada se eleva desde las profundidades normativas para extenderse como un kraken hacia diversas formas de violencia moral con el fin de imponerse sobre cualquier otra influencia, y como cualquier Bestia que se precie, encubriéndose con apariencias de obsequio y dadivosidad.
Decía Hayek que la libertad no solamente significaba que el individuo tenga la oportunidad de elegir y decidir su vida independiente, sino que también debe enfrentar las consecuencias: libertad y responsabilidad son inseparables. A esta unión ataca la coacción del Estado: pretende eliminar al individuo como persona creativa, que piensa y se hace valer, para convertirlo en una mera herramienta para el logro de otros fines que no son los suyos sino los fines de otro u otros, el Estado reservándonos un destino instrumental: tan pronto está puesta en marcha la coacción, una vez que se otorguen amplios poderes coercitivos a los organismos del Estado y la burocracia que los parasita, tales poderes tienden de manera natural a expandirse y a controlar la sociedad a su alrededor de manera efectiva. Unos comentarios de Hayek reflejaban lo sucedido en la vida política a finales del XX o si se quiere en la primera década del XXI en las sociedades democráticas occidentales: los hombres libres solían jactarse de que, mientras se mantuvieran dentro de los límites de la ley conocida, no había necesidad de pedirle permiso a nadie ni de obedecer las órdenes de nadie. Hoy esto no puede afirmarse.
El Estado Progresista, Feminista, del Cambio Climático y del Decrecimiento necesita una continua ampliación del abanico de los huéspedes a los que parasitar. En el Pleistoceno del siglo XX el régimen carcelario del socialismo real se imponía por el aplastamiento sanguinario de toda oposición. El Socialismo.XXI -que ya ni siquiera se llama así- se engarza en el Estado mediante la toma del poder y desde ahí ejerce otro tipo de violencia: ataque a las instituciones independientes, al sistema judicial, al conjunto de las Leyes fundamentales de la nación… extendiendo La Manta de Perón con el fin de encarrilar la sociedad democrática por una senda de decadencia. Decadencia caracterizada, entre otros aspectos, por el aumento de la ciudadanía dependiente del Estado a la vez que el dinamismo económico de la sociedad sigue con su actividad mientras los palos en las ruedas se lo permitan.
En la expansión del Estado, tanto en la tendencia natural del poder a su crecimiento como en la política autoritaria que se lleva por delante instituciones y leyes, el Poder tiene tanto enemigos en la sociedad como tiene alianzas en la muchedumbre. Como dice Jorge Sánchez: el padre de familia, el profesor en su tarima, el titular de una vivienda, un pequeño empresario o el cura al que acuden a escuchar los feligreses engrosan el listado de los enemigos del Poder, pues éste sólo puede crecer si elimina la cuota de influencia que ostentan los líderes de instituciones sociales como la familia, las escuelas, las organizaciones profesionales de todo tipo, las empresas o los lugares de culto. El Estado necesita usurpar estos poderes que le son ajenos, y necesita o bien destruirlos o como mínimo que no ofrezcan resistencia a su expansión. Y para ello recluta, ofrece dádivas, liquida la función de enseñar, facilita la ruptura de vínculos familiares, los derechos a los trabajadores actúan como círculos concéntricos de la piedra en el agua sobre la empresa y la economía, y, por último, a todos los libera de Dios, endiosándolos sin responsabilidades: ¿hay algo más importante que tu Bienestar?
Muchos trabajan para el Estado. No solamente los funcionarios que lo hacen directamente, sino que el Estado dispone a lo largo de la sociedad civil de individuos que en lugar de salvaguardar la independencia de las entidades en las que participan para servir de refugio a los ciudadanos, hacen entrega de sus funciones de tal manera que no hay resistencia alguna al Poder. Vayamos a algunos ejemplos o, mejor aún, vayamos al Gran Ejemplo: esas familias que con tal ánimo y valentía son capaces de enfrentarse a la administración pública, solos contra el mundo, para reclamar el abuso totalitario sobre sus hijos imponiéndoles una lengua que no es la suya: ¿quiénes no aparecen jamás y se esconden? Los ideólogos y los que están a su servicio, todos juntos formando una nueva Inquisición. Y luego y en primer lugar los propios profesores, no sabemos en qué proporción ideologizados e incapaces de ver delante de sus ojos la simple realidad por el tamaño alcanzado por sus anteojeras: el colectivo se ha convertido en uno de los frentes más importantes de la lucha política e ideológica. Mientras los padres trabajan y salen a buscarse la vida sus hijos pueden quedar al cuidado de ideólogos en los que la lengua es una artillería para el combate y, atrapados, los chavales van recibiendo la enseñanza con la que saldrán como puedan de la doma e castrazón. Contando además que los padres trabajando desde la mañana a la tarde son atracados doblemente: nivel de enseñanza general que aporta el Estado es de media/baja calidad. Los periodistas son los siguientes que no cuentan la verdad, ni quieren. La mayoría no aparecen y otros lo hacen para sellar el féretro. El periodismo no mete micrófonos en las aulas ni hace seguimiento de nada en relación con lo que sucede en la enseñanza, desde párvulos a la facultad, y ante sucesos en los que se pone en cuestión el dogma de fé el periodismo militante es el primero en borrar las huellas, disparar contra la familia, y si hace falta, señalarla, contribuyendo a la pira inquisitorial. No informan nunca de la realidad porque la verdad no existe, existe el poder político que los mantiene y controla, y ellos devuelven la manutención amparando a los que se saltan la ley, dejando a niños y chavales absolutamente indefensos.
Siguiendo el Informe sobre Ciegos tenemos a los colegios profesionales: permeados por los partidos políticos para ser correa de transmisión del Poder, los pedagogos se callan. Los psicólogos, que ven tamaña agresión tanto a las familias como a los críos, se esconden, se callan. Los jueces, tan prestos a dar lecciones de moral y ética en artículos y conferencias que, ante una agresión del Poder, del Estado, tan flagrante, se callan. Si continuamos por la estructura de la sociedad civil nos podemos encontrar con gentes que se asocian en cenáculos o ateneos que declaran su actividad dedicada al análisis y crítica de la realidad social. Podríamos decir: ¡por fin! ¡albricias! ¡ya tenemos gente que va a salir en defensa de la justicia y la libertad…! Nada más lejos de la realidad. No les interesa ni la Libertad ni la Justicia: están ahí para ser mamporreros dizque culturales del Poder Político, que los financia, entre otras cosas. Es decir, que en la sociedad civil se encuentran por doquier profesionales cuya actividad está sometida al Poder, bien por medro personal, bien por propia voluntad o ideología, o bien por miedo a las represalias en el puesto de trabajo, represalias económicas, sociales, en la propia vida personal… la Política extiende sus brazos para eliminar toda resistencia. El crimen queda, así, impune.
Si volvemos a Jorge Sánchez: el conflicto entre los consumidores netos de impuestos -precisión esclarecedora- y los grupos espiritual y económicamente independientes que se ven criminalizados como enemigos de la igualdad -fachas by supose, también los que viven al margen de trienios y minimals-, enemistad a la igualdad que garantiza la sumisión al Estado de minimals et altri porque aquél se les aparece como liberador. La violencia moral de la que hablaba al inicio se compone -tal como dice Jorge Sánchez- esencialmente de la política de los derechos, caballo de Troya del Poder en los que se despliega un abanico de derechos-recompensa con los que el Estado premia a sus siervos. El Derecho natural se basa en el respeto del Estado a la vida, libertad y propiedad de los ciudadanos. Pues bien, todos ellos están amenazados a mayor gloria del Estado y a partir del ataque a los valores fundamentales de los ciudadanos libres están abiertas las avenidas para cualquier cosa: estos derechos-recompensa no resuelven conflictos reales -género, lgtbi, aborto, ocupación, cambio climático, vivienda, salarios mínimos…- sino que se constituyen como gratificación a los que combaten y que multiplican en las relaciones sociales esquemas ideológicos artificiales para favorecer el totalitario ideal de igualdad.
Su fracaso resulta irrelevante. El objetivo de las políticas contra la violencia de género no se sabe si es acabar con la violencia de género: lo que sí está claro es que su objetivo es aumentar los presupuestos contra la violencia de género convirtiéndola en un montón de miel a la que cientos de moscas acuden y permear así la sociedad de ideología y división. En este sentido podría estar próxima la publicación de urgencia de un Decreto-Ley de la Comisaria Política de Género e Igual Da llamando a filas para la realización del servicio militar a todo individuo que no sea hombre, para igualarnos. La política de los derechos es aumentar el Poder, aumentar la zapa, hostigar a los triunfadores que son los que se dedican a trabajar, desde el fontanero al gran empresario, pero también médicos, maestros o funcionarios dedicados con esmero a su actividad. La clase media independiente del poder del Estado, titulares de inmuebles, de negocios, de profesiones independientes, padres de familia… los que poseen diversidad de intereses contrarios a la depredación estatal, constituyen el mayor peligro que tiene el Poder actual porque electoralmente se enfrentan a las amenazas y al crecimiento incontrolado de la burocracia extractiva y su botín; hoy, poderosos, se perderán mañana como el humo.