Manuel Pérez Lourido
"Estoy bien"
Estar bien. He ahí nuestro anhelo cotidiano, la sencilla aspiración de todo ser humano que, sin embargo, se muestra tan difícil de alcanzar en muchas momentos. "Qué bien se está cuando se está bien" solemos decir en ocasiones contadas, lo que demuestra que es la excepción más que la norma.
Sin embargo, solemos contestar: "Bien" cuando nos preguntan qué tal estamos. Aunque vayamos camino de Comisaría a denunciar un horror recién padecido. Cierto es que no se trata de interrumpir el proceso de una conversación casual con un relato de nuestras miserias y también que la pregunta de nuestro interlocutor tiene más de retórica que de preocupación real por nuestro bienestar, pero el resultado es que es muy raro que compartamos nuestros malestares con nadie, y eso precisamente agrava la situación. Todo problema vital se ve minimizado cuando conseguimos verbalizarlo, cuando lo hacemos llegar a oídos de personas de nuestra confianza. No es inusual la sensación de alivio cuando confesamos nuestras preocupaciones a los confidentes adecuados. Ahora iba a poner que esta es una actitud más propia de los varones, pero carezco de datos que respalden dicha tesis, además de que no deseo ser calificado de sexista. No deseo ser calificado de nada, en general. Por eso no lo he puesto. Volviendo al razonamiento anterior: si alguien de confianza le pregunta qué tal está y usted no está bien, desahóguese. ¿Para qué ahogarse? Si total todos estaremos mal en un momento u otro. ¿No es más razonable compartir nuestras desdichas? Si ademas en esas ocasiones no hace falta más que mirarnos a la cara para darnos cuenta de que no, no estamos bien.
Y ahora hagamos una aclaración imprescindible: no es lo mismo estar bien que el bienestar. En este caso el orden de factores sí altera el producto, puesto que por bienestar nos referimos a una "vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad". Así, se habla del estado de bienestar para referirnos al conjunto de políticas sociales dirigidos a que todas las personas que lo precisen alcancen un mínimo de protección social y económica por parte del Estado. Ya, hay ciertas opciones políticas que consideran maligna toda intervención del Estado, aunque redunde en el bienestar de la gente. Pero son opciones defendidas por fulanos que andan por ahí con una motosierra en la mano, por ejemplo, lo cual es sinónimo de no estar demasiado bien. En fin.