Rafael FJ Rios
¡Iuropa! Sidunlé
Algunos toman las elecciones a Europa como el momento ideal para lanzar un voto de castigo contra los partidos tradicionales, voto que no vale para nada pero quedan muy a gusto con el exabrupto. Puede que cansados de la inoperancia de la Política ante una sociedad que baja peldaños apresuradamente, pero cuya extraordinaria Burocracia de Oro sigue aumentando prerrogativas, controles, normativas e imposiciones mientras las ruedas se van parando.
Cansados del paso corto cuando nos encontramos ante un abismo en mirada larga, a 20 ó 30 años vista, y cansados del gigantismo de la política del que siguen cayendo boletines oficiales abalanzándose sobre los hombros de la ciudadanía. Cansados de todo esto, en las elecciones muchos salen por peteneras, sobre todo los jóvenes que por su cuenta buscan información donde el común desconoce totalmente.
Los partidos han seguido al trantran y no han presentado nada, absolutamente nada de lo que van a hacer con nuestros votos en Europa. ¿Europa va a emprender el camino del dinamismo, de la creación de oportunidades, de la expansión, de la actividad libre de empresas y ciudadanos? No, va a seguir interviniendo en la sociedad con medidas políticas que entorpecen la economía, la creación de empleo, la productividad de los factores… la vida en general. Europa no es una sociedad ganadora, no lo es, los únicos que ganan con esta situación son los burócratas, políticos, sindicalistas y todo el aparato del Estado y sus Cercanías. No sé si tendremos la cuarta parte de sabios que hace décadas. Las empresas europeas ni por asomo son líderes mundiales en sus sectores, y bajando. Lo peor, los jóvenes -supuestamente mejor preparados- no entran en ese mercado de trabajo con barreras de entrada construidas con ladrillos de la intervención política y sindical. Ni sabios -ciencia, técnica, humanidades- ni empresas, ni lugar para desarrollar la vida de los que salen de las aulas.
Si se levanta la vista a un horizonte más amplio de 20/30 años parece asomar una verdadera tragedia. Europa queda representada por una pirámide invertida de población que, además de la imposibilidad de las pensiones, muestra un asunto para mí muchísimo peor: no hay natalidad para una sociedad envejecida. Lo que significa que cada vez somos menos. Los descendientes de Rabelais, de Swift, de Heine, de Cervantes, de Lope o del conde de Villamediana no quieren tener hijos. Carpe Diem, colega. El placer de los días dibuja la imposibilidad de una civilización basada en las rentas de los viejos, imposibilidad no sólo económica, sino y esencialmente debida a profundas y esenciales razones humanas. No existe trascendencia alguna en la sociedad envejecida europea, donde parece que nada ni nadie tiene incógnitas sobre qué hay por encima nuestra: y sin trascendencia no hay creación de vida, no hay familia, no hay hijos. Todo queda en el placer chaiselongue.
Esta pirámide invertida apoyada en un diminuto punto se parece al cuadro clásico de los danzantes del árbol de la vida a punto de ser segado con el hacha. ¿Tiene Europa la amenaza del hacha para segarle la hierba bajo sus pies? Chi lo sa. Lo que sí tiene Europa dentro de su territorio es a los barbarii: los bárbaros están aquí. Llevan años entrando a miles. Podían ir a los países hermanos islámicos podridos de dinero, petróleo, gas & ayatollahs. ¿Porquè no van allí? Porque Europa les ha abierto las puertas, en lugar de que sus propios hermanos les acogiesen somos los europeos, mejor dicho, la Burocracia de Oro, quienes les acogen entregándoles parte de nuestros impuestos si bien son unos extraños a nuestras vidas, al fundamento religioso que nos constituye y extraños a una sociedad abierta en la que no quieren participar ni saber nada.
Viven entre nosotros como si vivieran en la medina de Marraquech.
En los colegios de primaria de Viena ya son más los que profesan la religión islámica que cualquier otra creencia. ¡En Viena! En Birmingham la reunión de los viernes en las plazas del centro de la ciudad acogen a más de cien mil feligreses arrodillados mirando no al Parlamento o a la Catedral, sino a la Meca. Los bárbaros van cometiendo degollinas de vez en cuando mientras todos nosotros aprendemos el toque de avestruz, pero sus tres o cuatro hijos por familia en dos o tres décadas elegirán a sus representantes por mayoría, desde las islas Hèbridas a Chipre, desde Brest a Budapest, y van a hacer leyes con las que pasaremos a vivir en un país fascista.
Construirán una sociedad a medida, no democrática y de obediencia religiosa. Lo han contado algunos, la primera la periodista Oriana Fallaci, luego Houellebecq y supongo que unos cuantos más. La Burocracia de Oro nos vende la mula Francis de la agenda 2030, palos de hierro en las ruedas de la vieja Europa: tenemos menos libertad e independencia de la Política, cada vez más atados mientras la burocracia se hace cada vez más independiente de nuestro mandato democrático. Somos naciones intervenidas por el Estado, unas más que otras. Los exiliados que escapan del socialismo hispanoamericano se asustan cuando oyen y ven las mismas sandeces que oyeron en La Habana, en Caracas, Bogotá o Managua, y avisan a los españoles.
¿Votar a von der Leyen? ¿Scholtz, que lleva a Alemania del ronzal de la decadencia? ¿Deterioro Sánchez? Unas elecciones europeas en las que nada se debatiò, falta absoluta de criterio democrático en la Burocracia de Oro.
¿Quiènes somos, de donde venimos, a donde vamos?