Que el Gobierno se enfrentaba a una legislatura difícil, se sabía desde el momento en que se constituyó. No era necesario ser politólogo para entender que, estando en manos de quienes están, la legislatura no iba a discurrir por un camino de rosas.
Ideológicamente, Junts compite con la derecha y la ultraderecha pero los catalanes, añaden a su idiosincrasia una extraordinaria irresponsabilidad.
Hoy en día, es el peor socio del que puede depender cualquier partido que pretenda gobernar, y el PSOE lo sabía, pero calculó mal.
Un partido que está en convulsión, y que cambia de estrategia cada dos por tres, no es de fiar.
Junts ya no son la antigua Convergencia, se han convertido en otra cosa muy diferente. No olvidemos que se trata de un partido amalgama, sometido a muchas tensiones internas, donde la sección más fanática del secesionismo catalán se ha hecho con el control.
Por eso han votado en contra de la ley de amnistía. Una ley que pusieron como principal condición para dar su apoyo al gobierno de coalición, que participaron de su redacción y de la que eran los principales beneficiarios. Pues la han tumbado con sus votos en contra. La excusa es que no se habían incluido los delitos de terrorismo y alta traición, no vaya a ser que, una vez aquí, a Puigdemont le puedan imputar otras fechorías.
La nebulosa en la que vive la política española es muy peligrosa.
Estos señores, que han metido al Gobierno en un procedimiento muy difícil de encajar en el estado de derecho, y que requiere de una enorme generosidad por parte de todos los partidos que han votado a favor, se permiten el lujo de rechazar una ley hecha ex profeso para ellos.
Cierto es que, con la amnistía se pretende resolver, al menos en parte, los problemas derivados del procés y poner el contador a cero. Pero, también es verdad, que bordea algunos de los elementos del estado de derecho, entre ellos, que no se puede legislar exclusivamente para unas cuantas personas.
El desenlace de la votación, pone sobre la mesa que los de Puigdemont están dispuestos a arriesgar que el gobierno de España caiga en manos del PP y de Vox, y todo, porque no quieren ser juzgados. Posiblemente acaben pagando las consecuencias de su decisión, pero el problema es que pueden hacernos pagar a todos los españoles ese precio.
En definitiva, una ley de amnistía redactada conjuntamente con los que van a ser sus beneficiarios, ha sido rechazada en el Congreso por los propios beneficiarios. Por algo el esperpento es una creación española. Ver para creer.