Siguiendo el criterio de un médico de atención primaria, acudimos varias veces a la consulta de un especialista. Un poco asustados por lo que pudiera diagnosticar, subimos al primer piso, y allí entre estanterías y demás aparataje médico, sucede la magia. Al principio sentado, después en la camilla, te pregunta sobre lo divino y lo humano. Pero sobre todo, explora y toca casi todas las partes de tú cuerpo, en busca de una diagnosis certera.
Es una persona afable, inteligente, siempre pendiente del paciente. Aunque no sepas explicar bien tus dudas, sensaciones, dolores, él desde la cercanía te da la oportunidad para que te expreses. Su principal virtud consiste en saber escuchar, estar callado cuando cree que no tiene nada importante que decir y, pronunciarse con las palabras justas cuando es necesario.
Siempre sabe construir un ambiente agradable, hace preguntas, da respuestas e, intenta comprender los problemas vitales, físicos y psicológicos por los que en ese momento atraviesas y, sobre todo notas de inmediato que es un apasionado de su trabajo. Aunque tiene poco tiempo y muchos pacientes, su ánimo siempre es positivo, y su atención es de calidad y calidez
Cuando le transmites síntomas poco usuales y preocupantes, él estudia, investiga y en la próxima consulta comunica lo que presumiblemente está sucediendo en tú cuerpo por muy complejo que parezca. No te mira desde “las alturas” como algún otro que se cree superior a los demás, sino que es una persona humilde y que confía mucho en sí mismo y, en la persona que atiende.
Dedicado a la mayoría médicos y médicas que cada día, a pesar de las limitaciones atienden a los pacientes como personas y no como clientes. @novoa48