Ventana indiscreta: Tú y yo. Nosotros

04 de abril 2024
Actualizado: 18 de xuño

Paseando con mi compañera de vida, agarrados de la mano, se dirige a nosotros una señora: — Así me gusta juntitos, espero que esto también sea en casa. Sonreímos, la saludamos, nos parece entrañable la forma de mirarnos. Continua con sus reflexionesb> en voz alta — Yo, enviudé hace 4 años

Paseando con mi compañera de vida, agarrados de la mano, se dirige a nosotros una señora: — Así me gusta juntitos, espero que esto también sea en casa. Sonreímos, la saludamos, nos parece entrañable la forma de mirarnos. Continua con sus reflexiones en voz alta — Yo, enviudé hace 4 años. La reconocemos como alguien del barrio y le indicamos que ahora puede apuntarse a las actividades de la asociación de vecinos. Hay coro, teatro, gimnasia, petanca, ella nos dice que hace unos años se quiso apuntar a canto que le gustaba mucho, pero que su marido era muy celoso y que no la dejó. La acompañamos durante un buen trayecto continuando con una charla muy agradable.

 

Unos días después, quedamos con una amiga para tomar un café, una persona cercana, viajera, volcada en lo social, con mucho mundo. Nos habla de sus últimos viajes, de su marido fallecido ya hace mucho tiempo, al que espera encontrarse lo más tarde posible, porque es una disfrutona y le gusta vivir cada momento, intensamente, aunque se dice aún enamorada, afirma con rotundidad que lo queda de vida es un "espacio temporal" hasta volver a encontrarse con él. Su fe en las personas y en Dios es permanente. Yo no soy creyente, pero os aseguro que creo ciegamente en ella, en su forma de ser y estar, de sonreír, de comunicar y sobre todo de saber escuchar.

 

Ambas educadas en el contexto franquista de desvalorización de lo femenino, instruidas con los cánones de la sección femenina: «Las mujeres nunca descubren nada; les falta el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que nos hombres nos han dicho».  Aunque de edades semejantes, sus realidades fueron distintas. Una durante su vida acompañada de (juntos) y la otra acompañada por (el otro es el importante, ella es secundaria). Una vio restringida su actividad a lo doméstico, sumisa por obligación y con la premisa de la inferioridad femenina frente al hombre. La otra en una relación sana, de igualdad.

 

Una está a la espera, recordando la felicidad con su pareja, la otra liberada después de muchos años sin poder ser ella. Aún en la época franquista era posible el tú y yo, que tú pareja considerara la igualdad como un valor fuera de los roles y estereotipos asignados a hombres o a las mujeres. La igualdad real, (hay mucho por hacer), depende mucho de las políticas que se adopten, pero también tú, yo, nosotros debemos ser protagonistas de ese cambio. @novoa48