Este año 2023, se cumplen 25 desde la apertura de la prisión de A Lama. Me incorporé a este Centro allá por el 2004 coincidiendo con el nombramiento de Mercedes Gallizo como Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Ella sustituía a otra persona que se caracterizó por seguir una política de "inmovilismo" y con la premisa de "cuanto menos hablen de nosotros mejor". Eran años de un importante incremento de la población reclusa en España, lo cual se tradujo en una sobreocupación de los centros. Pese a ello, consiguió provocar un salto cualitativo en nuestra casa, que se concretó en muchísimos cambios y sobre todo creatividad e impulso de iniciativas que ya funcionaban en algunos centros. Hablo, de los módulos respeto, Unidades terapéuticas….
Todo cambio es difícil, máxime en una institución cerrada como la nuestra, pero gran parte de los profesionales entre los que yo me incluyo nos ilusionamos con esa apuesta. Claro que hubo reticencias, palos en las ruedas y muchas dificultades porque el desafío era muy complejo. ¿Acaso no es un importante reto atreverse a intervenir con los internos conflictivos? Requería un contacto directo de todos los profesionales (psicólogas, juristas, educadores, Trabajadoras sociales) y, una implicación de los funcionarios de interior, que a mayores de lo que requieren las labores de vigilancia, tenían que hacer de tutores y de acompañamiento en la dinámica de intervención.
Se implementaron muchas más cosas a nivel tratamental que exigieron un gran esfuerzo: Generalización de muchos programas individualizados: Atención integral enfermos mentales, agresores sexuales, violencia de género, terapia asistida con animales y un largo etcétera. También se mejoraron las infraestructuras con la apertura de nuevos centros tipo, Centros de Inserción Social y Unidades de Madres. Las prisiones no dejaron de ser un espacio de exclusión, pero se ganó en dignidad y respeto para el día a día. Un día a día en el que, además, las relaciones interpersonales directas son la única socialización posible.
Aún menos reconocido, pero transcendental para la sociedad en esos años, fue la gran apuesta por la seguridad integral. Conviene recordar que la institución desempeñó un importante papel en el cese definitivo de la violencia de ETA en el año 2011. No quiero, ni debo extenderme mucho en esta materia, pero lo digo, lo afirmo y lo sé (Zapatero Dixít). Se realizó un trabajo de seguimiento exhaustivo por parte de nuestros profesionales (entrevistas, traslados estratégicos, incautación de documentos, control directo….) que fue reconocido por el Gobierno y, en persona por el malogrado Rubalcaba.
La prisión de A Lama, sus trabajadores y trabajadoras, siempre han sido un ejemplo y, referencia a nivel nacional en lo que significa el compromiso y el buen hacer. Feliz 25 aniversario.