Sin restar un ápice del evidente malestar social que ha provocado los acuerdos de investidura y la propuesta de ley de amnistía, la situación actual se explica de forma muy clara a través de una situación cotidiana y matemática que es la suma. Pues bien, buscamos un carrito de la compra vacío y metemos 137 diputados PP, 33 Vox. El resultado de la suma será él mismo sin importar el orden de los sumandos (Propiedad conmutativa).
Buscamos un estuche de lápices y metemos dentro, 137 azules, 33 verdes, 1 UPN. Es posible sumar el 2º más el 3º más el primero, el resultado será el mismo (Propiedad asociativa). Es indudable que el resultado de las urnas no acompañó al partido popular y que hay un elemento que neutraliza cualquier pacto con otros partidos y ese “elemento” es Vox.
Vox es su problema e indudablemente muchos españoles ante esa alternativa tenebrosa, creemos que también es el nuestro. Pero vayamos un poco más lejos, acaso alguien duda de qué si el PP engullera a Vox al igual que a Ciudadanos y sólo le hicieran falta los 7 diputados de Junts, no acordaría con ellos una ley de amnistía para llegar al poder. Habría mucha negociación con altos y bajos, un período de mentalización del electorado.
Tertulianos, presentadores, líderes de opinión, redes sociales, irían marcando un camino durante el tiempo que fuera imprescindible. Un toma y daca continuo hasta que surgiera el “hombre de estado Feijóo”. En las portadas de periódicos y titulares de los telediarios que todos sabemos en vez de “Sánchez divide España•, figuraría “Feijóo une a los españoles”.
Las manifestaciones pacíficas contra la ley de amnistía, son por supuesto, aceptables y legítimas. Hay algunas cosas que en los acuerdos con los independentistas chirrían, por ejemplo, el polémico término lawfare (creación de comisiones de investigación en determinados casos de instrumentalización de la justicia), pero ¿cuál es la alternativa?, unas nuevas elecciones con una previsible repetición de resultados (las encuestas así lo indican) o que nos llamen a las urnas hasta que PP y Vox consigan la mayoría absoluta. Esto tendría un coste económico y social importante.
Pedro Sánchez, ni era partidario antes ni después de las elecciones de la amnistía, simplemente sabe que la necesita para gobernar y, cualquier político (lean ustedes las hemerotecas) hace de la necesidad, virtud para conseguirlo. Con el dibujo parlamentario que surgió después de las elecciones del 23 J, al PSOE no le queda otra que aceptar pulpo como animal de compañía.
La amnistía es un peaje que tiene que pagar para intentar cumplir su programa y formar un gobierno progresista. Sí amigos, son las propiedades de la suma y la aritmética parlamentaria. En definitiva, va a gobernar el que consigue más apoyos, una mayoría que han elegido los españoles. En concreto PP y Vox suman: 170 diputados: 11.177.348 votos y el PSOE con otros 7 grupos 179 diputados: 12.506.682 votos.
Podemos discrepar, protestar, manifestarnos en contra de la amnistía, pero en el fondo todos sabemos que el PP muestra su impotencia ante la investidura de Sánchez e intenta canalizar ese malestar de los ciudadanos porque aún no ha superado el 23 J.
Lanzar ideas como: traidor, dictadura y un sinfín de barbaridades que no merece la pena mencionar aquí, es no saber aceptar lo que las urnas dibujaron. Feijóo con el marcaje de personajes como Aznar, Ayuso y, al mismo tiempo la competencia con Vox en vez de formarse como hombre de estado igual se convierte en un político en muy mal estado.