Érase una vez una familia, que vivían felices en su casita, en las afueras de la ciudad. Los niños se hicieron mayores y los mayores tuvieron que buscar un piso más adaptado a los achaques propios de la edad. Cuando estos fallecieron, su herencia, la casa había pasado a ser absorbida por la ciudad y, fue vendida al mejor postor, un constructor, corrupto y venido a menos. La crisis ya estaba presente y no supo prepararse para las vacas flacas.
Sus deudas provocaron que un banco se hiciera cargo de todo su patrimonio. Una entidad que fue rescatada financieramente por todos los españoles y regalada a "alguien que pasaba por allí". La propiedad no fue vendida, ni tan siquiera alquilada, deteriorándose paulatinamente como tantas viviendas desocupadas. Han pasado más de 10 años desde la "adquisición".
Hace poco leí que 6000 viviendas permanecían vacías en Pontevedra, 3,8 millones en toda España según el Instituto nacional de Estadística. Por poner varios ejemplos más cercanos,. Por comunidades autónomas Galicia posee el mayor número de casas deshabitadas, un 28%. Mos en Pontevedra, Vigo y A Coruña tienen el 48%, 15% y el 14,7. La mayor parte de ellas ni tan siquiera están en el mercado inmobiliario.
Mientras tanto el 44% de los trabajadores no puede asumir la compra o el alquiler de un inmueble, no sólo por las dificultades de financiación (elevados tipos de interés...), sino también por la escasez que hay en el mercado a un precio más o menos asumible.
Pero, sigamos con nuestra pequeña historia real. Hace unos meses la casa fue ocupada por varios jóvenes, que provocaron un incendio debido a un hornillo mal combustionado, que causó más daños de los que ya tenía.
Hagamos un ejercicio, utilizando el pensamiento crítico, ¿Cuál de nuestros protagonistas, hace más daño a la sociedad?. El constructor que adquirió propiedades por encima de sus posibilidades, el banco rescatado que abandonó a su suerte la casa o los jóvenes que la ocuparon.
@novoa48