Llegó tarde a la visita guiada por Vitoria e hizo su entrada triunfal aún convaleciente de una noche de vinos y pintxos en Laguardia. Éramos 20 personas y, él cuenta todo ufano lo que le sucedió. Se presenta, soy Pedro, tengo 68 años, he venido a ver a mi equipo que juega contra el Alavés, estoy disfrutando sólo de la vida en una camper que me he comprado, ayer tuve una aventura imponderable.
Viste ropa casual, polo de marca, cuello subido, pantalón chino beige, náuticos de piel, los cordones atados para que no se vean. Entre risas, habla y habla de que la Ertzaintza lo paró en un control, le pusieron el alcoholímetro y dio 0,75 en aire expirado. Me van a meter una multa de 1000 euros y perderé 6 puntos.
Todos nos miramos estupefactos. Nadie de los allí presentes le dirigió la palabra en todo el camino, pero él seguía habla que te habla con el guía, que cuando llegamos a la catedral vieja de Vitoria le oí susurrar al oído de Ken Follet, ¡esto es un mundo sin fin!, ¡madre del amor hermoso, en qué se sustentan los pilares de la tierra! No me vais a creer, pero Ken frunció el ceño, y la mano que en la escultura está apoyada en la mejilla se deslizó hasta tapar sus ojos (tengo soporte fotográfico si alguien duda).
Pili y Mili, nombres ficticios de 2 señoras mayores, vestidas para la ocasión y bien peinadas, que desean ver el retablo de Santa María de Laguardia. En la puerta se lee, visitas guiadas a las 11 y 13,15.
Ellas llegan a las 12,30 y protestan para que las escuchemos, diciendo que no hay derecho, que debería estar abierta durante toda la mañana, que de ninguna manera iban a esperar una hora, "tenemos que ir de vinos, dormir la siesta". Una daba la razón a la otra, la otra a una. Se retroalimentaban con aspavientos. Nosotros pensábamos que pertenecían a otro reino. Dos profetas que iban camino de su propio santuario: "la tonterería".
Sir y Sira, son dos ingleses ya entrados en años que entraron en una taberna de Elciego (Rioja Alavesa) y, dirigiéndose en inglés a la "camarera de toda la vida", intentaban decirle algo señalando el reloj, como que tenían prisa. La trabajadora ya saturada en la barra con más clientes, le dice utilizando el traductor de google, que no entiende el inglés, que si hacen el favor que utilicen el móvil para hacerse entender.
Ellos a lo suyo, señalan su muñeca y farfullan. Un joven que estaba al lado intenta ayudar en la traducción. "dicen que le ponga un rioja y que sólo disponen de media hora para comer". La camarera responde que imposible, que están saturados en la cocina. Ellos a lo suyo bla, bla, bla. Creo que piensan que los demás están obligados a saber su idioma, ¡faltaría más!
Hay viajeros y viajeros, la inmensa mayoría, personas entrañables, encantadoras que te enriquecen, con mucho vivido, empáticos, gente que sabe estar, pero hoy me he detenido en otros personajillos que te encuentras en el camino de la vida.