Galicia, que vive por y para el mar, con cientos de kilómetros de costa de la que recibe buena parte de su riqueza, también está expuesta a las tragedias que le vienen de él, sin embargo, algunos efectos podrían reducirse si se afrontasen los problemas en vez de darles la espalda.
En este caso, se trata de toneladas de bolas de plástico que están contaminando las playas, y que se han convertido en un nuevo desastre medioambiental. Como en el asunto del Prestige, volvemos a tener al PP al frente de las operaciones, y eso, es sinónimo de negar la evidencia para tapar su inacción.
A pesar de los avisos de la propia ciudadanía, y de la alerta por parte de la Delegación del Gobierno, el gobierno autonómico no hizo nada, solo mentir y decir, en palabras del propio presidente que, "el que quiera ayudar, que ayude". Esta es la idea que tiene el presidente de la Xunta para afrontar una crisis de ese tipo, que el que quiera hacer algo, que lo haga. ¿Es así cómo rueda Galicia, señor Rueda?.
En definitiva, cuando ya estábamos hartos de ver en las redes sociales las famosas bolas en las playas, la Xunta dice que no supo nada hasta enero y tira del manual del partido para estos casos, que pasa por dos fases. La primera, consistente en negar la realidad, como lo de Marcial Dorado; y la segunda, rebajar la importancia del asunto hablando de pequeñas bolitas no contaminantes, como lo de los "pequeños hilitos de plastilina".
¿Cómo es posible que el gobierno gallego, con su presidente al frente, no hayan adoptado medidas urgentes para abordar esta crisis desde el primer momento? Su inacción se debe a intereses partidistas por la convocatoria de las elecciones. No querían que nada les enturbiase el camino hacia San Caetano, y subestimaron la importancia de un asunto que ha acabado explotándoles en las manos.
La incompetencia gestora tiene que tener consecuencias, y debemos exigir responsabilidades por no haber actuado de inmediato con un plan de urgencia medioambiental, y activando las alertas necesarias para reclamar la intervención del gobierno de España. La costa gallega no puede ser víctima, nuevamente, de la negligencia de los gobiernos del PP.
Pero, mientras las playas se contaminan, resulta vergonzoso el cruce de acusaciones entre las administraciones. Tenemos una administración central, autonómica, provincial, delegados estatales en las comunidades, delegados autonómicos en las provincias, ayuntamientos… pero cuando ocurre una catástrofe, de cualquier índole, lo primero que hacen todos es escurrir el bulto y descargar la responsabilidad en el otro. Y mientras ellos lo ensucian todo en una guerra política, los ciudadanos tienen que acudir al rescate por la inoperancia de los dirigentes.
Si a estas alturas, todavía no está claro cuáles son las competencias de cada administración, posiblemente, lo mejor sea empezar de cero y quedarnos solo con la estatal y la municipal. Las demás, sobran o deben ser ocupadas por quienes realmente sepan cuáles son sus cometidos y responsabilidades.