En lo que va de año, se han producido ocho asesinatos machistas y cinco vicarios de menores para hacer daño a la madre. Este es, desde que se contabilizan los datos, el peor arranque de año, y desde entonces, se suman ya más de cincuenta casos de menores asesinados.
Este no es un problema de fácil solución, sobre todo, porque, en España, el machismo es un problema estructural, que sigue conviviendo de forma habitual en el seno de muchas familias, y trasladándose a los hijos como una forma de vida normal.
La violencia vicaria es, sin duda, la más violenta y terrible de todas las violencias que se pueden ejercer contra una madre, y requiere de leyes duras que pongan freno a una situación que, buena parte de la sociedad, justifica de alguna forma, al menos en el subconsciente. No es debatible que un padre maltratadror pueda ser un buen padre.
Las conclusiones sobre lo que se puede hacer contra esta lacra, son diversas y complicadas. El problema, es que sigue existiendo un negacionismo cultural que pone en cuestión todas las formas de machismo, incluida la violencia machista y la violencia vicaria. Este cuestionamiento, supone un retroceso social importante, con el apoyo, además, de algunos partidos políticos.
Los negacionistas, se basan en la idea de las denuncias falsas para argumentar su teoría, cosa que es mentira porque, la realidad, es que el 80% de los casos judicializados de violencia machista, acaban en condenas.
La Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia, establece que no procederá la guardia y custodia conjunta cuando cualquiera de los dos progenitores esté inmerso en un proceso penal por atentar contra el otro cónyuge o cualquiera de los hijos de ambos. Además, refuerza la idea de suspender el régimen de visitas para el padre cuando el menor haya presenciado situaciones de violencia machista.
El marco jurídico se ha modificado de forma muy razonable, es decir, la herramienta existe para que un juez pueda negar que un hombre que ha sido condenado por maltrato tenga derecho a seguir viendo a sus hijos. Pero muchos no lo hacen porque siguen defendiendo que se debe mantener el vínculo del padre con el hijo a pesar de que sea un maltratador.
Sin embargo, creo que eso es algo que no se puede consentir, si hay que escoger entre mantener el vínculo con un padre maltratador o perderlo, es algo que la justicia debe decidir, por supuesto, pero teniendo en cuenta todos los factores que, sobre todo, afectarán al menor. Mejor perder el vínculo, que la vida.