La naturaleza que es caprichosa en ocasiones nos muestra su belleza bajo su aspecto más extravagante, pero es en él donde reside precisamente el poder de atracción de algunos paisajes. Uno de los más claros ejemplos es precisamente la bella región de Capadocia. Situada en la región asiática de Anatolia Central y declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, la Capadocia se muestra como uno de los paisajes más particulares y mágicos del mundo: la acción conjunta de varios volcanes unida al efecto del agua y la erosión del viento, han configurado cientos de kilómetros de formaciones rocosas con formas imposibles que se agrupan en diferentes valles, cada cual más asombroso. La toba volcánica asentada tras las violentas erupciones, además de lograr esas formaciones naturales tan privilegiadas, ha hecho de estos valles un lugar fértil para el cultivo de la vid que, junto con la cerámica, complementaban antiguamente la actividad de esta región hoy día volcada al turismo. Capadocia que significa "tierra de hermosos caballos", destacaba hace cientos de años por la cría de estos animales, muy prestigiada en toda la región siendo incluso utilizados como regalo para reyes y poderosos. Aunque no resulta frecuente, todavía podemos encontrarnos en alguno de los valles a estos nobles animales que en su día fueron una de las señas de identidad de sus habitantes.
El Valle de Uchisar es uno de los más visitados de la región. En él se ubica el castillo que lleva su nombre, un entramado de escaleras, túneles y galerías construido en la roca en lo alto de un promontorio con magníficas vistas al valle. Situado a escasos kilómetros del Valle de Göreme, otro de los puntos fuertes de la ruta por Capadocia, el Castillo hoy en día es visita obligada de esta fascinante región turca.
Castillo de Uchisar
Otro de los lugares más frecuentados es el Valle de las Chimeneas de Hadas, salpicado de peculiares formaciones cónicas con una especie de sombrero en su parte superior, que debido a su distinta composición de basalto y andesita y al diferente efecto de la erosión por la acción del viento muestran diversas capas y tonalidades. Por el día el sol dibuja hermosas sombras entre los árboles y montículos del paisaje, pero es al atardecer cuando el valle recobra nueva vida con una luz azulada que nos trae la sensación de un paraje encantado.
Pero si queremos relajar nuestra mente y hacer volar la imaginación la mejor opción es acercarnos al infinito Valle de las Palomas: la vista no alcanza a abarcar la inmensidad de este fascinante lugar. Un paisaje tan hermoso como surrealista para recorrer o contemplar desde alguno de sus miradores o incluso en globo, una de las atracciones más demandadas de Capadocia.
Mención aparte merece el Valle de Göreme, un conjunto de monasterios e iglesias rupestres, alguna de las cuales conserva aún hermosos frescos en su interior. De entre ellas destacan por sus pinturas la Iglesia de la Manzana, o la de la Serpiente que incluye frescos de San Jorge, originario de Capadocia, y el Dragón. En este conjunto monástico se refugiaban los cristianos de la persecución religiosa, datando los primeros asentamientos de los siglos III y IV, aunque la mayor parte de las iglesias corresponden a los siglos del X al XIII.
Iglesias del Valle de Göreme
Otra de las particularidades de Capadocia son las viviendas subterráneas excavadas en varios niveles, llegando alguna hasta alcanzar los veinte, pero con unos sistemas de ventilación increíblemente sofisticados. Se visitan entre otras la de Özkonak o Kaimakli, aunque en algún caso no todos sus niveles son visitables pues los más profundos se han dejado de incluir para el turismo debido precisamente a la sensación de claustrofobia que puede generarse en su interior. Este es el caso de la mayor y una de las más conocidas que es la Ciudad de Derinkuyu.
La visita al interior de una de estas ciudades trogloditas nos muestra la habilidad de sus pobladores al hacer de la complejidad de estas construcciones una sencilla forma de vida.
Las Casas-cueva están muy extendidas en la región y muchas de ellas todavía están habitadas en los valles, e incluso algunas se han habilitado en los pueblos para el turismo. Puede resultarnos interesante acudir a alguno de los espectáculos de danzas que ofrecen pues aunque a veces resultan ser demasiado turísticos e incluso algo tópicos, nos muestran una de las habilidades más conocidas de sus habitantes derivada de una antigua religión perteneciente al islam: la del sufismo y los Derviches Danzantes que mediante una danza mística giratoria entran en un trance imposible dando cientos y cientos de vueltas sobre sí mismos sin perder la consciencia y manteniendo el equilibrio de una manera asombrosa.
Paisajes desconcertantes, tradiciones ancestrales, historia… en esta región todo es hermoso y nos traslada a tiempos remotos y a antiguos modos de supervivencia. Esa es precisamente la magia de Capadocia.
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