27 días: Invisible sanación... hogar

23 de marzo 2025

El amor al hogar no está en los muros ni en los techos, sino en lo que construimos cada día: un espacio lleno de comprensión, libertad y el inmenso poder de ser nosotros mismos

Eres las manos que acarician, sanando heridas invisibles que solo el alma siente, como olas que se secan en medio del mar. Tu mirada, serena y luminosa, es la respuesta a mis dudas, mostrándome que el perdón es un acto de amor que sana incluso lo más roto.

Tu cuerpo es el lenguaje que recorre el mío, un sonido que vibra en armonía, recordando que la vida es el camino que elegimos andar juntos. Tu voz, esa melodía que comprende, se convierte en el eco de las palabras que necesito escuchar, llenando de sentido los silencios del día.

Cuando mi espacio se siente vacío, eres tú quien lo llena de algo más, ese algo que no se puede nombrar pero que transforma paredes en hogar. Eres el aroma que habita nuestras habitaciones, un cómplice silencioso que me recuerda que el amor se cultiva en los rincones cotidianos.

Y aunque las semillas que sembramos sean inciertas, no necesitamos cosechar de inmediato. El acto de sembrar ya es en sí una promesa, una fe compartida en el mañana. No escondas tus besos, nuestros besos, porque son la esencia misma de quienes somos, inmunes al juicio de quienes no entienden nuestra verdad.

Un grito pierde su fuerza cuando quien grita no sabe escuchar. Pero nosotros, en nuestro hogar, somos amor. Somos el refugio donde las voluntades se entrelazan, donde un niño puede correr libre en el parque de la igualdad, guiado por manos que solo saben dar.

Porque el amor al hogar no está en los muros ni en los techos, sino en lo que construimos cada día: un espacio lleno de comprensión, libertad y el inmenso poder de ser nosotros mismos.