Racismo

08 de decembro 2022
Actualizado: 18 de xuño 2024

Hace unos días llamó la atención el fallo de la Fiscalía provincial de Madrid ante un caso de insultos racistas a un futbolista negro de un club de la primera división española, esa liga que se juega entre los Pirineos y el norte de África

Hace unos días llamó la atención el fallo de la Fiscalía provincial de Madrid ante un caso de insultos racistas a un futbolista negro de un club de la primera división española, esa liga que se juega entre los Pirineos y el norte de África. En el escrito de este organismo se reconoce la existencia de los insultos (los califica de "desagradables", "inapropiados"e "irrespetuosos"; les faltó añadir: "antipáticos") pero entiende que se produjeron en un partido de fútbol "de máxima rivalidad" y que en ese contexto "no integrarían un delito contra la dignidad de la persona afectada". Además de señalar que "solo duraron unos segundos".

Bueno, bueno. Vayamos por partes. En primer lugar, argumentar que los insultos se producen en el transcurso de una competición deportiva con el fin de que esto sirva de atenuante o exonerante del supuesto delito es como si no puedes juzgar a alguien porque hirió mortalmente a otro pero, ah, lo hizo en el transcurso de una pelea. Aunque claro, está el asunto de que si el partido (o la pelea) era de máxima rivalidad (o debido a un odio cerril) ese contexto explica o anula la gravedad de los hechos. Está claro en los partidos del montón no se pueden proferir insultos racistas, pero tratándose de un derbi o un clásico, la cosa cambia. Ahí ya la gente puede dar rienda suelta al energúmeno que lleva dentro, según la Fiscalía.

Y luego lo de "unos pocos segundos". Supongo que buena parte de la opinión pública estamos esperando a que la Fiscalía nos indique a partir de cuantos segundos de insultos, o minutos, o horas, los insultos racistas constituyen un delito de racismo. Todo está en darle uso, por fin, a la función cronómetro del móvil para calcular cuanto tiempo tenemos de márgen para que se archive una posible denuncia.

Los hechos de los que hablamos ocurriendo a la entrada del estadio de fútbol y fueron protagonizados por un grupo de medio millar de aficionados que, tras pronunciar el nombre del futbolista en cuestión, se dedicaron a informarle de que en realidad era un mono entre gritos y cánticos, que se repitieron durante el partido.

Hace medio mes, y también durante un partido de fútbol en este caso entre equipos juveniles, un grupo de jóvenes aficionados del equipo local se dedicó a proferir insultos racistas contra un futbolista del equipo visitante. La reacción del club local fue avisar a la policía autonómica para que los expulsara del estadio. No hay noticias de que antes hubiesen puesto en marcha el cronómetro o que hubiesen considerado los 27 km. que separaban las localidades de los equipos contendiente como justificativas de semejante comportamiento.

Uno es consciente de que la represión no es la mejor pedagogía, pero la impunidad es peor maestra. El respeto al prójimo se aprenden en casa y en la escuela, pero si se vulnera el derecho del prójimo a ser respetado no nos podemos quedar de brazos cruzados.