Lo Prohibido

03 de decembro 2024

Como nuestra conformación personal  es a través de la cultura, la historia, la religión, la educación etc.  es casi automático que asociemos los conceptos de pecado y prohibido.

La religión prohíbe la blasfemia, el sacrilegio o la herejía. La católica lo objetivó incluso en una lista de libros prohibidos. Pero la censura (tiene su origen en la palabra latina censor) en el arte amplía las razones religiosas a las ideológicas, económicas, morales y políticas. La autocensura protectora surge inevitablemente y con frecuencia muchos de los grandes artistas a lo largo de la historia son aquellos que han sabido vencer a la censura externa, impuesta, y a la propia. En el caso de las mujeres, su propia condición sexual sumaba - ¡brutalmente! - otra limitación más.

Artemisa Gentileshi – violada por su maestro Agostino Tassi - es considerada por muchos expertos la primera pintora feminista de la historia, Marietta Robusti (hija de Tintoretto) tenía que vestirse como un chico para poder asistir a su taller. Camille Claudel, estuvo durante años encerrada en un manicomio, en parte víctima de su relación con Rodin - a quien no era inferior artísticamente y con quién compartió algún tiempo taller en el centro de París - y también de su propia familia. Obligada a abortar (lo prohibido como pecado, las relaciones consideradas no lícitas). A Sofonisba Anguissola – alabada incluso por Miguel Ángel y por el gran historiador del arte Giorgio Vasari, su propia clase social le condicionaba los límites que eran impuestos al sexo femenino y no pudo estudiar anatomía: una mujer no debía contemplar cuerpos desnudos. Podríamos añadir, por citar casos más actuales a Frida Kahlo y a nuestra gallega Maruja Mallo, ejemplos más recientes de mujeres a las que se intentó, menos mal que no siempre con éxito, silenciar al menos parcialmente. 

El éxito o la dimensión de artistas y obras no ha sido suficiente para acotar lo prohibido. Dos ganchos con hojas de palma habrían cubierto la genitalidad del molde de yeso de David en el Victoria and Albert Museum para no conmocionar a la reina Victoria. La Muerte de la Virgen de Caravaggio en el Louvre fue rechazada por la Iglesia porque el modelo de la Virgen había sido una prostituta ahogada. 

Pero los tiempos y artistas inmensos por su dimensión y por exceder a cualquier baremación como Goya,  Picasso, Gustav Klint, y tantos otros, han sufrido intentos de limitación de exposición pública de su obra. E incluso Duchamp con su Urinario proporciona un significado distinto a objetos cotidianos. Los introduce en el "sacrosanto” museo y da a principios del siglo 20 un giro radical a la historia del arte. Ello facilita que también la forma de "hacer la cama” de Tracey Emin se convierta en contenido artístico expositivo o que – aún más- la "Merde d´artiste" de Manzoni pueda ser vendida al peso.

El reciente Museu de L´Art  Prohibit de Barcelona surge cuando en 2018  fue retirada de ARCO la exposición "Presos políticos en la España contemporánea” de Santiago Sierra, adquiriéndola el periodista, empresario y coleccionista catalán Tatxo Benet. A partir de entonces Benet ha ido sumando a su colección obras prohibidas, censuradas y perseguidas de destacados artistas modernos, contemporáneos o actuales.  Ese mismo 2018 Benet adquiere "Silence” de la artista Zoulikha Bouabdellah una instalación  en la que sobre alfombras islámicas se muestran zapatos femeninos. Tras los atentados de París, la propia artista y los comisarios del Pavillon de Vendôme deciden no exhibirla. Ese mismo año se cancela en el MACBA una obra de Inés Doujak en la que un pastor alemán penetra por detrás una activista boliviana desnuda y con casco quién a su vez sodomiza a J. Carlos I. Días después se repuso la obra. 

Me alargaría demasiado ir detallando la cantidad de obras y autores que uno va descubriendo a medida que se visita la exposición sorprendido unas veces,  escandalizado otras, casi obligado a cerrar los ojos en alguna. Quizás este cerrar los ojos sea una forma de autocensura que nos imponemos a nosotros mismos, por ejemplo en unas impactantes fotografías del conocidísimo Robert Mapplethorpe, cuyo "X Portfolio”, leo y no me extraña, se ha convertido en los últimos 45 años en la caja negra de los límites de la libertad de expresión por su crudeza mostrando prácticas sexuales en las que el propio artista se autoretrata.

Charo Corrales en su fotomontaje "Con flores a María” representa a la virgen tocándose el sexo. Es el sexo una piedra de provocación o escándalo muy socorrida pero en la exposición – que ocupa todo el Museo- hay esculturas, cuadros o instalaciones referentes a censuras políticas: un viejo Fiat customizado por símbolos franquistas y una "profanación”de una bandera norteamericana. También, ya ha quedado referido a la religión, un crucifijo sumergido en la orina del artista André Serrano.

Para no alargarme mucho y copiando a un experto de infinita más estatura que yo sobre el arte me remito a un párrafo de Joan Fontcuberta que sobre la cuestión de si la censura es bella, dice "Insisto en que no lo debe ser. Tenemos que esforzarnos para huir de la fascinación que puede originar y, desde el poder transformador del arte, asestar los golpes donde más duela: en la barbarie de su razón y en la insensatez de su forma”.