Prohibido alimentar al intolerante

02 de abril 2019
Actualizado: 18 de xuño 2024

El articulo de este mes debería estar tirado ¿no creen? Mes de elecciones, una convocatoria precipitada porque aquellos que dicen que la moción de censura fue anticonstitucional (Art. 113 y 114.2 de la Constitución Española), pero luego no dudaron en armarse de las otras herramientas constitucionales para poder echar al nuevo Gobierno.

El articulo de este mes debería estar tirado ¿no creen?

Mes de elecciones, una convocatoria precipitada porque aquellos que dicen que la moción de censura fue anticonstitucional (Art. 113 y 114.2 de la Constitución Española), pero luego no dudaron en armarse de las otras herramientas constitucionales para poder echar al nuevo Gobierno.

La magia de la democracia, señoras y señores. Si tú haces algo que no me beneficia, es anticonstitucional y fin de la cuestión. Porque sí, porque yo lo digo. El patio de recreo más caro de la humanidad.

Podría hablar tanto, pero tantísimo de todo lo que se ha dicho, contradicho, escupido y destrozado solo en las últimas semanas… pero no lo voy a hacer. ¿Saben por qué? Porque sería darle publicidad a quién no debe tenerla. No voy ni a escribir su nombre. Personalmente, lo tengo muy claro y alguna vez se lo he dicho; la libertad de cada uno termina donde empieza la del siguiente individuo y aunque a muchos se nos llena la boca con palabras sobre la libertad de expresión, censura y demás ideales, hay cosas que simplemente no pueden ser. Queremos crear una sociedad tolerante y abierta, eso está muy bien, pero aunque a muchos les pueda parecer imposible, en un futuro así, hay algo que no se puede tolerar: al intolerante.

La tolerancia no es permitir que cada quien diga o haga lo que quiera. Es un estado en el que todos actúan con libertad y respeto por el que tienen al lado. Y el intolerante, es aquel que viene a decirte lo que debes hacer con tu cuerpo, lo que debes pensar, cómo debes actuar y qué idioma debes hablar. ¿Alguno de ustedes quiere algo así? Porque yo no.

Pongamos un ejemplo práctico y que muchos entenderemos.

Estamos en un país multicultural, ¿verdad? España reconoce constitucionalmente que existen lenguas cooficiales que deben ser respetadas y habladas. Como parte del colectivo que es, no es raro encontrarte con los nombres de las ciudades o provincias en su lengua de origen. Es decir, nadie va a escribir «Sanjenjo» en lugar de Sanxenxo en un mapa ¿no? Esto también se aplica a los carteles de las carreteras nacionales. Te encuentras el nombre en gallego/catalán/euskera y a veces hasta en árabe, doy fe. Es lo más normal del mundo en un estado rico y multicultural.

Ahora imaginen que llega una persona intolerante. Viene en un maravilloso traje con un pin de la bandera nacional, da un golpe en la mesa y dice que no. Que fuera de los territorios bilingües no debe haber carteles o señales de identidad de otro idioma que no sea el castellano, el único oficial y que se habla todo el mundo. Existiendo el topónimo en español, los habitantes de la meseta no tienen porque ver esas aberraciones como «A Coruña» o «Ourense». No, no, no, no; aquí las cosas van a cambiar. Porque ellos lo dicen y han puesto sus genitales de oro sobre la mesa para demostrar que tienen razón.

¿Ven el ejemplo?

Para empezar, esa persona intolerante no ha debido de ver el programa de «Galegos polo mundo» para saber que nosotros si que estamos por todas partes sin imponer un idioma a otras culturas. Para terminar, esto no ha sido más que una exageración que tiene más de real de lo que me gustaría y que es solo la punta del iceberg. Porque esa misma persona intolerante luego te dirá que como eres mujer perteneces a la cocina, que como naciste con pene eres un hombre aunque te sientas mujer, que si te gustan las personas de tu mismo sexo estás enfermo; y podría continuar.

Es un largo etc que me hace sentirme que más que profesora de historia, soy profesora del presente, porque me siento como en los principios del siglo XX y retrocediendo. No, no voy a decir esa frase manida de «estamos en pleno siglo XXI, espabilen», porque dentro de dos siglos la gente dirá lo mismo de nuestra era. Lo que vengo a decir es que estábamos avanzando hacia una sociedad tolerante, libre y justa dentro de nuestros límites sociales. No es la primera vez que resalto como en la actualidad hay demasiada gente nostálgica de como eran las cosas antes. Déjenme decirles algo. Las cosas hace unos treinta años no eran ni mejores ni peores, solo eran. Tirar de una cuerda y atar con ella el tiempo para que no avance, es estancarse. El progreso siempre es bueno cuando se han aprendido de los errores del pasado, no trayendo dichos errores a nuestro tiempo por aquellos que tienen miedo de que avancemos más allá de 1939.

Así que, por favor, no alimenten al intolerante.