Lo poco que queda del verano se ha estado animando a base de las polémicas artificiales, que son como los fuegos artificiales pero de mecha más larga. Y mucho ruido pero poco brillo.
En una maniobra parecida a lo que en ajedrez es la captura al paso, el gobierno español se trae para acá al candidato (y dicen que vencedor) a la presidencia de Venezuela. Con eso han conseguido irritar a Maduro y desorientar a Feijoo, aunque este último ya lo estaba por culpa del tema de los inmigrantes: no sabía qué tenía que decir sobre el particular según el día de la semana que tocase hablar del tema. A Maduro le está saliendo cara la estrategia de no mostrar las actas, si es que no es una necesidad imperiosa en vez de una estrategia. Entonces se le ocurre encarcelar a dos turistas españoles tras acusarlos de pertenecer al CNI. Los turistas, uno desempleado y otro fontanero, son sospechosos de planear atentados contra Maduro, su vicepresidenta, el ministro del Interior y una alcaldesa (sic). Como sobre este asunto no tenían mucho que rascar, el PP ha criticado que el gobierno no le hubiese informado de las detenciones. Les faltaba añadir "como merece nuestra leal oposición".
Luego está un asunto fundamental que no sabe uno si estamos lo suficientemente atentos al mismo. Se trata de la lucha por la audiencia entre Broncano, flamante fichaje de TVE, y Pablo Motos. Cada día nos están mostrando los resultados del share de la jornada precedente, es como si se jugase un Madrid-Barça todos los días. Cómo van a conseguir que el país entero se preocupe de cuál de dos programas televisivos de variedades tiene más público es un misterio en un país lleno de ellos, y no me tiren de la lengua. Solo en el ámbito político, los misterios dan para mil programas de Iker Jiménez, que son un misterio en sí mismos. Por ejemplo el juez este que está peinando pulgada a pulgada toda la vida y milagros de Begoña Gómez, (no por culpa de ella sino por ser la mujer de Pedro Sánchez) para intentar descubrir algo digno de una imputación. Nunca se había visto antes a un juez afanándose tanto en busca de una causa, para que luego digan que el español es, por antonomasia, refractario al trabajo. El hecho de que esté detrás de todo esto unas denuncias y posterior querella de la gente de Hazte Oír añade una nota chusca (y chunga) a un asunto ya chusco (y chungo) de por sí.
Lo malo es que todo este ruido distrae de asuntos verdaderamente importantes. Se me viene a la mente, por cercanía y simpatía, todo lo que rodea al intento de Altri por instalarse en Palas de Rei, provincia de Lugo. Una gigantesca celulosa que quiere cambiar empleo (es un daño colateral, necesitan crear empleo para producir) por millones de litros de agua al día, el diez por ciento de la madera que se corta en Galicia, la mitad eucalipto. La UE ha de aportar la cuarta parte de los fondos necesarios, a través del programa Next Generation (o Next Destruction, no lo tengo claro en este caso). El agua utilizada se devolverá al Ulla. Se está esperando a una convección de nigromantes para tener una idea de en qué condiciones irá ese agua de vuelta, pero en principio los augurios no son buenos.