Pésima noticia para la democracia

25 de febreiro 2022
Actualizado: 18 de xuño 2024

Cuando pensábamos que estábamos a las puertas de una guerra en Ucrania, salió el PP para desviar la atención y acaparar nuevamente toda la atención informativa. El fuego cruzado de mortero y los primeros misiles tierra aire no salieron del bando ruso, sino de Génova hacia Sol, y ahora estamos en horas de recuento de daños materiales y víctimas personales

Cuando pensábamos que estábamos a las puertas de una guerra en Ucrania, salió el PP para desviar la atención y acaparar nuevamente toda la atención informativa. El fuego cruzado de mortero y los primeros misiles tierra aire no salieron del bando ruso, sino de Génova hacia Sol, y ahora estamos en horas de recuento de daños materiales y víctimas personales.

En efecto, tras meses de amenazas veladas, se han desatado las hostilidades y ha estallado la guerra en el PP. Y no es una guerra cualquiera, sino una guerra provocada y alimentada desde la propia cúpula que, de momento, se ha llevado por delante al portavoz nacional, al secretario general y al propio presidente del partido. Este último, en diferido, como indica la tradición pepera. Digamos que los que han querido eliminar a un enemigo interno, han salido con los pies por delante.

La verdad es que si uno actúa desde el forofismo, disfruta de momentos como estos, y si es de izquierdas más. Porque ver a tu gran adversario destrozándose sin motivo aparente, tratando de cargarse a los líderes emergentes, poniéndose palos en sus propias ruedas y, en definitiva, haciéndose el harakiri, no es una mala noticia para los intereses propios.

Sin embargo, si además de progresista eres demócrata convencido, crees en la alternancia en el poder y piensas que un centro derecha moderado es lo que necesitamos para mantener al estado cohesionado, conservar los principios constitucionales y, en buena medida, garantizar la continuidad de un estado preñado de enemigos, la noticia del despellejamiento que se está produciendo en el principal partido conservador es, sin duda alguna, una pésima noticia.

En todo caso, la forma en que lo están haciendo no podemos decir que sea una sorpresa. Como en el mejor de los guiones a los que nos tienen acostumbrados pero, en este caso, con todas las variables juntas. Celos de poder, corrupción, amiguismo, trato de favor... En definitiva, las típicas corruptelas de la derecha, pero a lo grande y con el único objetivo de pelearse por su propio poder orgánico. Tan retorcido, que cuesta creerlo.

Lo cierto es que todo esto nos da un poco la medida de lo que supone tener el poder en un partido, no digamos ya en el Gobierno de la nación. Si están dispuestos a esto, o es que lo que se juegan es muy grande, o que los que se lo juegan son muy tontos. Yo estoy en ambas teorías. El poder es enorme, y los que aspiran a él, muy tontos.