Dios los cría, y ellos se juntan. Esa es la expresión perfecta que nos ofrece el refranero español para explicar cómo, personas de orígenes diversos y alejadas en el espacio, pueden acabar conectando gracias a algún tipo de fuerza sobrehumana. En efecto, si queremos entender cómo es el personaje que está amenazando a Europa, solo tenemos que echar un ojo a quiénes se juntan con él.
En este caso, no por una fuerza sobrehumana, sino por compartir las mismas ambiciones y los mismos gustos por el autoritarismo, los colegas de Putin se retrataron en la Asamblea de las Naciones Unidas.
El norcoreano Kin Jong-un, el sirio Bashar al-Ásad, el bielorruso Lukashenko y el eritreo Afewerki, todos ellos ejemplo de templanza, moderación y, por supuesto, demócratas convencidos, votaron en contra de la resolución que condenaba la invasión rusa en Ucrania. O lo que es lo mismo, a favor de tal atrocidad.
Mención aparte merecen los que, en un formidable ejercicio de cinismo, se abstuvieron, para no significarse demasiado y para seguir jugando a dos bandas por lo que pudiera pasar. Entre ellos, un ramillete de países con una larga tradición democrática y nada sospechosos de actuar con tiranía como Cuba, Irán o Venezuela. Estos son los socios de Putin. Estos son los que no ven motivo de repudio en la ocupación ilegal, injusta, sangrienta y mortífera que su amigo caucásico está protagonizado en Ucrania.
En todo caso, a pesar de que el resultado de la votación fue mayoritario a favor de condenar la barbarie, con más de 140 países alineados en la misma postura, sabemos que, como casi siempre, las resoluciones de la ONU solo son un trámite, una estadística para rellenar páginas en los libros de historia, pero que no evitará el derramamiento de sangre.
Mientras, los rusos siguen atacando un país soberano, tratando de someter a un pueblo que es independiente y que no ha hecho nada para merecer tal afrenta. Es verdad que les está costando algo más de lo que en principio planearon, que los ucranianos luchan y se rebelan ante el gigante rojo, pero no es menos cierto que la población civil está muriendo a cientos y que otros muchos miles son ya considerados refugiados.
Como será la cosa, que se están enviando armas para armar a la población civil, que ha sido llamada a las armas para combatir a uno de los ejércitos mejor adiestrados y armados del mundo. Es evidente que antes o después la superioridad bélica de Rusia se hará notar, y lo único que nos queda por saber es cuándo ocurrirá y cuantas víctimas inocentes se quedarán por el camino.