Los cordones de los zapatos

20 de abril 2022
Actualizado: 18 de xuño 2024

 Escribir sobre temas que suscitan un examen concienzudo y una reflexión en consonancia con las dificultades que plantean. No hay nada como un análisis preciso sobre un tema de actualidad. Pero resulta francamente injusto dejar siempre de lado temas más banales y también atemporales, orillar el tratamiento de materias que a simple vista carecen del atractivo y la enjundia que atribuimos a aquellos otros

Es absolutamente comprensible y hasta deseable escribir artículos sobre asuntos de actualidad.

Y, por supuesto, leerlos después. Escribir sobre temas que suscitan un examen concienzudo y una reflexión en consonancia con las dificultades que plantean. No hay nada como un análisis preciso sobre un tema de actualidad. Pero resulta francamente injusto dejar siempre de lado temas más banales y también atemporales, orillar el tratamiento de materias que a simple vista carecen del atractivo y la enjundia que atribuimos a aquellos otros. Temas como el que se propone en el título de esta columna con el fin de aliviar temporalmente esa manifiesta injusticia. Es cierto que el mundo se ha ido construyendo a pesar de las injusticias (o tal vez debido a ellas, no vamos a abrir ese melón ahora) pero también lo es que los seres humanos tenemos una atávica predisposición a sentirnos cómodos con lo que es justo y cabal.

Hasta aquí todo ha sido palabrería, efectivamente; entremos en materia.

Los cordones de los zapatos con conocidos en diversos lugares como: agujetas, pasadores, cordoneras o trenzas. Se desonoce su inventor o inventora, aunque se sabe que fueron patentados por Harvey Kennedy, inglés. El nombre de esa pieza de plástico, acetato o metal que hay en ambos extremos del cordón se denomina herrete. Dicen que el saber no ocupa lugar, pero ya van casi tres líneas con esto.

Harvey hizo su fortuna con los cordones (se dice que dos millones y medio de dólares de la época) y se mudó a los Estados Unidos de América, donde abrió varias de las plantas de fabricación más grandes. El negocio que inició existe hasta el día de hoy: la marca colombiana Mr. Kennedy.

Aprender a atarse los cordones es un rito de paso en la vida del ser humano. Esta habilidad habla un de un avance madurativo y su aprendizaje señala a aquellos infantes que ya han logrado cierta independencia de los cuidados maternos y paternos. Asimismo, los cordones desatados ayudan a distinguir a los niños, adolescentes o adultos que presentan algunos de estos rasgos: despite, dejadez, ensimismamiento, rebeldía, depresión, desgana, etc. En los casos más graves el rasgo mostrado es etc.

Ahora igual convenía reseñar cuáles son los principales materiales usados por los fabricantes de cordones. Los principales materiales usados por los fabricantes de cordones son: poliéster, nailon, polipropileno (este nombre mola mucho), algodón, algodón encerado (como el anterior pero premium), fibra de carbono, yute, etc. Los materiales más desconocido de entre los citados son yute y etc.

Podríamos seguir hablando sobre las correas de piel con las que los romanos se ataban las sandalias o de los cordones de los mocasines de los indios de América, pero ya está bien de chapa por hoy. Nos despediremos con el dato, siempre inútil a la par que interesante, de que en prospecciones arqueólogicas ha sido encontrada una bota con cordones que data de un período en torno a 3600-3500 a.C.