La perpetuidad en los cargos se está naturalizando y viendo como algo normal en nuestro país, aunque este no es el único, evidentemente. Sin embargo, sería bueno para el propio sistema político que existiera un recambio de candidatos más periódico, "que no de políticas", por pura higiene democrática, ya que de esta manera se evitaría el riesgo de las posibles corruptelas, así como el tráfico de influencias, donde amigos y parientes terminan apareciendo por algún lado en algún momento.
Las colocaciones a dedo en los chiringuitos o cargos de confianza, así como la adjudicación de obra pública a determinadas empresas, por mucho que estas salgan a concurso por ley, solo hace potenciar un círculo cerrado y vicioso donde el sistema se adultera para aparentemente, a veces, cubrirlo bajo la legalidad. Por ello, la regeneración democrática pasa, entre otras alternativas, por una limitación de mandatos, donde tanto el Partido Popular como el PSOE, en todos estos años, fueron los más reacios a que dicha regeneración se produjera.
Ambas formaciones políticas son las que más casos de corrupción tienen en nuestro país. Un estudio realizado entre los años 2000 y 2020 ha revelado que la mayoría de los casos se sucedieron en el ámbito municipal, y participado en un 75,8% por el PSOE y PP. Por comunidades autónomas, y por este orden, según el estudio citado, serían: Andalucía, Comunidad Valenciana y Galicia.
Los casos como otros muchos, "y que sirva solo de ejemplo", de Abel Caballero en Vigo, con 17 años en la alcaldía, y de Fernández Lores, en el mismo puesto, con 25 años en Pontevedra, o el mismo Núñez Feijóo, no son nada gratificantes, dejando de lado su labor política municipal en los dos primeros, por muy positiva para sus respectivas ciudades que esta fuera.
El hecho de que en los casos citados, como la mayoría, estos provengan de la función pública, solo hace crear castas sociales y políticas, donde todos los partidos beben del mismo caladero; es decir, los candidatos en su mayoría provienen de la función pública. Aquí las formaciones están todas de acuerdo, por lo tanto no existen las diferencias ideológicas, sino, en estos casos, las sociales.
Las situaciones personales de ambos alcaldes, como otros muchos candidatos, les permite perpetuarse en sus respectivos cargos, algo que muchos ciudadanos no se pueden permitir a la hora de presentarse a unas elecciones. Las listas abiertas y limitación de los mandatos podrían corregir en algo las citadas situaciones, y permitir hacer más accesible la política a la ciudadanía; de lo contrario, el sistema democrático se pervierte y España solo conseguiría bajar posiciones en el ranking mundial de higiene democrática, que los políticos anteriormente citados defienden pero no practican en el ámbito personal, como en su día, "y con razón", el señor Fernández Lores recordó a Manuel Fraga en relación con sus nietos, y que él también tiene. Por lo tanto, aplíquese el cuento para todos.