La política ⿿for my balls⿿ y los conciertos con modernas órdenes religiosas

19 de agosto 2014
Actualizado: 18 de xuño 2024

En España, mientras se discute acerca de si hoy toca o no playa, se aprovecha agosto para trabajar a destajo. El paradigma son los representantes públicos y su incansable afán por dotar de contenido uno de los géneros literarios más seguidos: los boletines oficiales. El último ejemplo se ha vivido Galicia con el presidente de la Xunta más progresista de la historia de la comunidad (incluido Don Manuel) que lleva unos años tratando de arrebatar el título al exalcalde de Madrid a quien, el cargo de ministro, le provocó una vuelta a su propia realidad conservadora.

Lo que ocurre con este tipo de aire es que, cuando golpea, provoca un regreso a los orígenes que ríete tú de Rosa Díez como azote de populistas, Esperanza Aguirre como regeneradora política o Rubalcaba en el rol de líder del PSOE.

Núñez Feijóo, en esa vuelta al pasado, da un salto más y, vía Boletín Oficial,  sitúa la educación en el centro de la regeneración popular-ideológica-religiosa. En un tiempo y una materia en la que los recortes son el pan nuestro de cada día, la Xunta de Galicia acaba de dar a conocer una medida que, sin duda, responde a una necesidad imperiosa reclamada por una parte importante (y numerosa) de la sociedad gallega: la recuperación de los convenios con centros educativos limpios de ser sospechosos de defender ideología alguna. ÿnicamente promueven la segregación como forma correcta de formación de niños y niñas ¡Como Dios manda!

El actual presidente de la Xunta, que seguramente no sabía nada y que dirá que se la han colado (los suyos), lleva tiempo apostando por la educación privada de excelencia. Si la pública pierde adeptos en una proporción similar a la pérdida de calidad por los recortes, nada mejor para dar la vuelta a la tortilla que esos centros religiosos caracterizados por el amor al prójimo y la solidaridad humana, previo pago.

Y no es la primera medida del Ejecutivo Feijóo en defensa de una educación sobresaliente para los jóvenes gallegos. Quién no recuerda aquella fantástica propuesta del trilingüismo PÿBLICO. El fin era otorgar al gallego un status similar al del inglés y el castellano y echar por tierra el adoctrinamiento de los nacionalistas a través de ⿿su galego⿿ por encima de todo y todos. Era una buena medida, dicen, porque situaría Galicia en el cénit de la formación idiomática. Se adelantó su compañero Bauzá en Baleares y la Xunta solo logró titulares en medios ⿿independientes⿿.

Ahora, Núñez Feijóo y su equipo se agarran los machos y deciden promover con ayudas públicas la educación religiosa (en realidad insisten). Lo que dicen los tribunales no sirve. Cuando resuelvan las altas instancias judiciales estará todo atado y bien atado. Las sentencias ya dictadas se saltan a la torera porque hoy la política es ⿿for my balls⿿. Se trata de una costumbre que a los ciudadanos nos gusta y que conlleva poner al frente de comunidades a presidentes no elegidos (Madrid o Andalucía) o alcaldes que toman el poder de su ciudad por ciencia infusa (Madrid o Santiago).

Es cuestión de buena imagen lo de estos conciertos educativos, es decir, visibilidad de la buena. Nada que ver con lo de dar de comer al hambriento, ficción protagonizada por miles de neniños este verano. Pero como hay respuesta para todo, los acólitos seguidores presidenciales (nacional o autonómico) siempre encuentran la coartada perfecta: ⿿herencia recibida⿿. Y en materia de educación todo se cierra con un "Sí, sí, ya pero ¿Dónde están las tasas universitarias más baratas?".

Razón de peso, sin duda, que todo lo justifica, incluido los conciertos educativos con modernas órdenes religiosas.