Hace unos días, se conmemoraron veinte años del terrible crimen del 11-M. Aquel fue el peor atentado terrorista de la historia de España, y también la peor gestión que de un hecho similar se recuerda. Al menos, la de mayor bochorno, por la mentira generalizada que, de aquella masacre, hizo el gobierno que presidía José María Aznar.
La autoría del atentado y su contexto, provocaron varios días de caos, desinformación y mentiras que, veinte años después, siguen marcando a la sociedad española. Porque, el lío que se formó, no fue más que el inicio de la tremenda polarización que, desde entonces, ha dividido a la sociedad española, debido al interés partidista y manipulado que hizo la derecha, tanto la mediática, como la política.
Un aniversario siempre es momento para homenajear a las víctimas, pero no solo a las de los trenes, sino que el día debería de ser recordado como el del engaño masivo al que la ciudadanía española fue sometida por buena parte de la derecha.
El caso es que no se han dado por vencidos. De hecho, tenemos que seguir viendo como, tanto tiempo después, se siguen realizando homenajes paralelos a los muertos. Uno, presidido por el Rey, organizado por la Comisión Europea y el Gobierno español; y otro, organizado por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital, por supuesto, en manos del PP, que continúa con su propio relato de la realidad.
La división creada no se ha superado, porque quienes generaron aquel bulo, han permanecido sosteniéndolo contra viento y marea hasta hoy en día. Hasta el punto, de haberlo normalizado como arma de ataque contra el adversario político. Y en ello siguen, la derecha se inventó una historia y lleva veinte años alimentándola, a pesar de las sentencias judiciales que la desmienten.
El PP mintió, primero para meternos en una guerra, y después para tratar de convencernos de que la autoría del atentado de Madrid era de ETA. Y lo hizo a sabiendas de que estaba mintiendo, por único interés partidista. Dicen, que los malos periodistas nunca dejan que la realidad les estropee una buena noticia, pues bien, la derecha española es como ellos, no está dispuesta a admitir la realidad, si ésta va en su contra.