Y, tomada la decisión sin un acuerdo previo, todos comenzaron su caminar dejando tras cada paso un nuevo sendero que el tiempo dejará abierto persécula aunque nadie vuelva nunca a pisarlo por el mismo sitio.
Es una marcha lenta, medida, calculada; una retirada que bordea el abismo de la intransigencia apoyada en una vía ferrata vieja y oxidada, consumida por el tiempo, que alguien colocó para salvar la parte aérea de una senda invernal oculta por la nieve.
¿Cuál es su destino? Nadie lo sabe. Alguien dio la voz de adelante y la caravana se puso en marcha al principio en incómodo silencio, hasta que el ruido anárquico de los pasos comenzó a ser uno solo, acompasado, como una música repentina que incitó al cántico colectivo de aquel himno que nacía espontáneamente de algunos entre la fila, en cualquier posición; que más tarde acompañó la bandera, ambos como emblemas de la naciente nación.
( uno, dos) - " Guarda un ascua de tu hoguera
( tres, cuatro) porque mañana tendrás frío
¡ AUNQUE QUEME!
( uno, dos ) no la sueltes en el camino
( tres, cuatro) resiste su calor, aguanta la espera"
La columna siguió día y noche, alejándose de los pueblos y bosques quemados, de las gentes hostiles, de los perros territoriales,... con la mirada puesta en la puerta natural que mellaba la montaña donde se vislumbraban las tierras nuevas.
( uno, dos) piensa que mañana
(tres, cuatro) cuando enseñes la llaga
¡ AUNQUE QUEME!
( uno, dos) tu pueblo sabrá
( uno, dos) darte su paga.