La independencia judicial que quiere la derecha

27 de outubro 2023
Actualizado: 18 de xuño 2024

“Para profundizar en la independencia del Poder Judicial, que cuenten con el Partido Popular. Para controlar el Poder Judicial, no”. Así, sin anestesia y con una tremenda caradura, se expresa Feijoo cuando le interpelan sobre la independencia de los jueces en España

“Para profundizar en la independencia del Poder Judicial, que cuenten con el Partido Popular. Para controlar el Poder Judicial, no”. Así, sin anestesia y con una tremenda caradura, se expresa Feijoo cuando le interpelan sobre la independencia de los jueces en España. La verdad, es que el cinismo y la facilidad para la mentira con la que se despacha, es digna de elogio, porque hay que tener mucho cuajo para ir así por la vida sin sonrojarse.

Feijoo, sostiene que acabar con la independencia del Poder Judicial significaría lesionar gravemente una parte del Estado de Derecho. Hasta aquí, nada que objetar. Sin embargo, lo que no dice cuando acusa al PSOE de ansiar el control de los jueces, es que su partido pretende el mismo objetivo.

Tampoco dice que el Tribunal Constitucional está dominado por una mayoría conservadora cercana al PP y, por supuesto, no se le ocurre afirmar que, el motivo por el cual no quiere que el PSOE controle el Poder Judicial, no se debe a que aspire a su plena independencia, sino a que pretende que sea su partido quien lo siga haciendo. Es un pequeño matiz, apenas perceptible, sobre todo, para los fieles seguidores de la derecha.

Veamos un sencillo, pero revelador ejemplo, de lo que entiende el Partido Popular por independencia judicial. Hay un señor que es juez de profesión y que se llama Manuel García Castellón, que decidió exculpar a M. Rajoy y a Cospedal por el caso Bárcenas, haciendo oídos sordos al criterio de la Fiscalía Anticorrupción, que pedía continuar con la investigación. 

Por supuesto, nadie duda de la independencia del señor García Castellón, y mucho menos, se nos ocurriría pensar que se le pudiera pasar por la cabeza tomar decisiones en el ámbito de su profesión que favoreciesen el PP, a pesar de haber estado más de 17 años desempeñando puestos nombrados a dedo por los gobiernos de Aznar y Rajoy.

A fin de cuentas, al señor García Castellón, lo nombró Aznar en el año 2000 juez de enlace en Francia; y en 2012, Rajoy en Italia. Pero, además, cuando en 2016 volvió a España, Zaplana e Ignacio González lo colocaron al frente del caso Lezo, lo que le sirvió al ex presidente madrileño para librarse de la cárcel. Casualidades de la vida.

La cosa no acabó ahí, porque, en 2018, archivó la investigación al Rey Emérito, y en 2020 rechazó investigar los vínculos entre Villarejo y Eduardo Inda, un esbirro aventajado de la derecha que se dedica a embarrar el campo político allá por donde va. 

En todo caso, ¿ya estamos de nuevo con la típica confabulación judeo-masónica de la izquierda, viendo corrupción dónde solo hay causalidades? No es justo pensar que el PP fuera capaz de mancharse las manos con casos de jueces que les benefician porque, a pesar de ser el primer partido de la democracia condenado por corrupción, sabemos que su compromiso con el Estado de Derecho y su fe en la separación de poderes es total… ¿no?

Sin embargo, a pesar de todo, todavía hay gente capaz de creer que el Partido Popular trata de colocar a sus amigos en el Poder Judicial para salir indemne de todos los casos de corrupción con lo que nos suele deleitar y, de paso, para hacer oposición al Gobierno. 

Muchos, incluso, llegan a pensar que es esa la razón por la que se niegan a renovar sus órganos de gobierno, y que mienten para no reconocer que no quieren cambiarlos porque están muy a gusto con los suyos al mando. Si es que, con mentes tan retorcidas, no hay manera de avanzar…