La Escuela de Náutica que nunca tuvimos

10 de novembro 2017
Actualizado: 18 de xuño 2024

Con la expulsión de la Compañía de Jesús, en el año 1767, la villa quedó huérfana de uno de sus grandes pilares dentro del sistema educativob> y recaía en manos del Concejo el encargarse de todo lo relacionado con la enseñanza en la villa, así como los gastos de las correspondientes cátedras.

Con la expulsión de la Compañía de Jesús, en el año 1767, la villa quedó huérfana de uno de sus grandes pilares dentro del sistema educativo y recaía en manos del Concejo el encargarse de todo lo relacionado con la enseñanza en la villa, así como los gastos de las correspondientes cátedras.

En esta tesitura el Concejo recibe en el año 1769 una Real Carta de Carlos III en donde insta al consistorio para que se le diese uso a las dependencias que habían albergado a los religiosos (hoy Edificio Sarmiento del Museo) y que se empleasen en aulas y estancias de maestros de primeras letras, latinidad, retórica y náutica, y que al profesor de esta última cátedra se le dotase, al menos temporalmente, de un sueldo a cuenta de las arcas municipales.

Como quiera que esas arcas municipales estaban en un estado lamentable, sin un ochavo según el Concejo, y, además, entendía que esta última materia tan solo interesaría a las gentes del mar y a la problemática del Arrabal hacía tiempo que no le mostraban la más mínima atención, hizo llegar al Consejo de Castilla la total imposibilidad de asumir ese gasto sugiriendo, al mismo tiempo, que se destinase para tal cuestión los beneficios que aportaba el tránsito de viajeros de la barca de la Merced que cubría la travesía entre la Moureira y la costa de Poio, en donde años más tarde se construiría el llamado puente de La Barca.

Esta opción ya se había planteado unos cuantos años antes, cuando el Gremio de Mareantes había propuesto que se estableciese una cátedra de Náutica y Pilotaje, pero fue desestimada por los litigios que rodeaban a la cuestionada barca sobre los derechos de su explotación, pues la propiedad era del Monasterio de Poio aunque la explotaba el Gremio de Mareantes.

Quedaba claro que el Concejo no tenía el más mínimo interés sobre la creación en la Villa de una cátedra de Náutica y como lógicamente era el Gremio de Mareantes el más interesado en la implantación de esa materia, se propuso que contribuyese al sostenimiento del maestro con una cantidad monetaria.

Pero si escaso de fondos andaba el Concejo, el Gremio estaba paupérrimo, con tan solo 50 reales en sus arcas, por lo que se hacía inviable la propuesta. Hacer frente a esa cátedra suponía un desembolso anual de 400 ducados y tanto el Gremio como el Concejo declaraban su incapacidad para asumir esos gastos.

Una única opción quedaba para conseguir esos dineros y era el poder contar con el apoyo de los hombres principales de la Villa, hidalgos acaudalados y familias pudientes, pero ante la demanda de ayuda de los mareantes mostraron una total indiferencia y gran desprecio para colaborar en el sostenimiento de un maestro de Náutica.

En el escrito que el Concejo envió como respuesta donde se hacía mención a la falta de recursos para sufragar esa cátedra, dejaba bien claro el menosprecio que sentía hacia los mareantes y todo lo que les rodeaba, ignorando totalmente que el declive del Gremio y del Arrabal supuso también el empobrecimiento de la Villa.

Fuera de que reflexionando más bien el establecimiento de dicha Cátedra considera la Villa que será infructuoso el gasto… que no se verificarían por este medio las piadosas intenciones del Rey, ni tampoco la pública utilidad, porque advierten en sus vecinos poca o ninguna inclinación al seguimiento de este estudio, y si alguna pudieran manifestar serían los marineros de este Arrabal, pero su general miseria los tiene tan apocados que ni alientos tienen para aprender a sus hijos a leer y escribir, dedicándolos desde sus primeros años a la pesca para sustentarse, como única finca en que se afianza su vivir, y así se habría de pagar un maestro sin discípulos ni oyentes”.

 

Con la negativa de Pontevedra a la instauración de la cátedra de Náutica se facilitaba el camino a otros puertos y así, el 29 de agosto de 1788, se crea en la capital herculina la Escuela de Navegación, refundiéndola con el Seminario de Muchachos del Mar. Experimentando un notable incremento el número de alumnos que estudiaban enseñanzas náuticas, no sólo de La Coruña sino de toda Galicia, el Real Consulado del Mar las amplía y dota de edificio propio pasando a denominarse Real Academia de Navegación.

 

Desde entonces no se ha movido de La Coruña, con las modificaciones lógicas y adaptándose, según los tiempos, al sistema educativo correspondiente y a la legislación vigente. En la actualidad, y después del Decreto 235/2004 de 23 de Septiembre, la Escuela cambia de denominación pasando a denominarseEscuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas, su nombre actual.

¿Qué hubiera sucedido si se consiguieran aquellos 400 ducados para pagar el sueldo del maestro de Náutica?