Esta noche se cierra la campaña electoral gallega. PP, BNG y PSOE compiten para ver quien se lleva el gato al agua y, aunque los populares están acostumbrados a arrasar, esta vez podría ser diferente.
Para el PP, la duda no es si ganarán, sino si lograrán los escaños suficientes para alcanzar la mayoría absoluta, porque de no lograrlo, a los gallegos se les abriría una nueva oportunidad con un gobierno en el que uniesen fuerzas socialistas y nacionalistas.
Galicia se juega mucho, y deberá decidir entre abrir una nueva etapa de cambio, o permitir que la derecha continúe pasando su rodillo de desmantelamiento de lo público.
Pero Feijoo también se juega mucho porque, tras dejar en manos de Rueda la herencia de un rosario de mayorías absolutas, se fue a Madrid para ganar unas elecciones que no le han permitido gobernar, y ahora podría ocurrirle lo mismo en casa, sumando un nuevo revés que haría tambalear su liderazgo.
En Galicia la cosa va más de candidatos que de proyectos. Los tres compiten juntos por primera vez. Dos novatos y una veterana, Pontón, que es la única que repite. De hecho, la candidata nacionalista es la mejor valorada, y esta vez, PP y PSOE comparten la baja popularidad de sus candidatos.
Rueda, a pesar de estar en el gobierno durante años, no ha dejado de ser la sombra de Feijoo. Un político dedicado a la gestión pero con poca presencia en el aparato del partido a pesar de los cargos que le han encomendado. Es un político con poco tirón popular y menos liderazgo, a pesar de la campaña que le ha preparado el partido en los últimos meses, con un sinfín de actos públicos para tratar de aumentar su popularidad.
Hemos visto a Rueda haciendo de todo, al estilo del candidato americano. Montando en bicicleta, besando niños en los colegios, incluso tocando la batería, disfrazado en el carnaval de Verín y haciendo pan. Sin embargo, se le veía incómodo, fuera de lugar, como si él mismo supiera que estaba realizando una labor que no iba con él. El estilo americano, requiere de una característica que le falta a Rueda: liderazgo.
Esa es la gran baza de la oposición, el poco liderazgo del candidato popular. Aunque, si hablamos de conocimiento político, ahí también sale perdiendo, porque un candidato que solo queda medianamente bien en las situaciones en las que lleva un papel escrito y le falta iniciativa para improvisar, suele tener las de perder.
En ese aspecto mejoran Pontón y Besteiro, que hacen de la improvisación y la palabra su mejor arma. Además de mostrar una mayor seguridad en sí mismos, tener una mayor presencia en la ciudadanía, poseer un liderazgo más afianzado y, sobre todo, credibilidad.
Por tanto, el domingo iremos a votar los gallegos, y allí concurrirán tres candidatos con posibilidades de alcanzar la presidencia. Lo curioso es que, los más preparados, los que tienen más cuajo político y los que defienden mejores proyectos para Galicia, pueden perder, porque el candidato más gris y que representa el proyecto más dañino para la Comunidad, gana en el aspecto más importante: el partido.
El aparato del PP gallego va mucho más allá de la propia estructura del partido, extendiendo sus tentáculos a todas las parroquias gallegas, con un poder de “convicción” extraordinario. Es decir, Pontón y Besteiro no compiten con el candidato de la derecha, compiten con el Partido Popular y, precisamente esa, es la mejor baza de Rueda.