¿Por qué se niega el Gobierno a aprobar una nueva prórroga del estado de alarma? ¿Por qué dicen que hay leyes suficientes para que las Comunidades Autónomas puedan gestionar la pandemia? ¿Si las hay ahora, y no se ha hecho ningún cambio normativo en todo este tiempo, no las había ya antes? ¿Por qué fue necesario aprobar entonces un estado de alarma con un plazo tan largo? ¿Cuánto pesa en todo esto, el interés partidista?
Tenemos muchas preguntas, pocas respuestas, y bastantes evidencias. Es verdad que ahora contamos con una vacuna, y que ese es el principal método de combate contra la pandemia, pero no es menos cierto que, por mucho que lo envuelvan con palabras pomposas, la vacunación no va al ritmo deseado, y que los contagios y la incidencia acumulada, sigue disparados; por no hablar de que continúan falleciendo más de cien personas al día por el virus.
Todo tiene un cierto regusto a improvisación, y no vale que nos consolemos pensando que en España somos así, de dejarlo todo para ultima hora o de falta de planificación, porque las empresas no funcionan así, porque los empresarios no son así, porque la gente, en general, tampoco es así.
Hace más de un año que explotó el asunto del coronavirus y en todo este tiempo no han querido hacer su trabajo y aprobar una ley de sanidad completa, consensuada, que permita a las Comunidades Autónomas la gestión de la crisis con garantías jurídicas. A fin de cuentas, ellas tienen las competencias y son las responsables de las medidas a adoptar. ¿Por qué entonces no se ha hecho nada en el terreno legislativo?
Posiblemente, por ingenuidad, y porque tendemos a ser bien pensados, creamos que tiene que haber algo más de fondo que no acabamos de entender, pero cuantas más vueltas se le da al asunto, más concluimos que la única explicación es la de siempre: dejación de funciones, intereses partidistas, mirar de reojo el contador electoral y, en definitiva, no hacer nada que les pueda perjudicar a los partidos políticos.
De no ser así, no se entiende tanta desidia. Todo son incongruencias, mentiras, falsedades e inoperancia.