Indignados contra la fiscalización azul (de WhatsApp, no de Montoro)

08 de novembro 2014
Actualizado: 18 de xuño 2024

Han pasado ya unos días desde que se conociera la noticia. Incluso unas horas antes se vio en algunos teléfonos un cambio de color en los símbolos. Enseguida se achacó a fantasías propias de película pero sin ir más allá de lo que la imaginación permite. Y entonces... se confirmó.

WhatsApp, la red más espiada, la que más críticas cosecha, el negocio con más usuarios a lo largo del planeta, una de las empresas más rentables, incorpora el color azul para avisar al que envía el mensaje de que el receptor lo ha visto.

Indignación, sobresalto, engaño, pérdida de intimidad, atraco a los sentimientos, provocador de divorcios y así hasta completar una retahila de estados de ánimo entre los usuarios, y ninguno positivo.

Y todo centrado en una red de mensajería caracterizada por su endeble sistema de seguridad, cuya vulnerabilidad ha sido puesta a prueba en más de una ocasión, lo que ha motivado numerosas quejas.

Los informativos de televisión, radio, los periódicos en papel y digitales, otras redes sociales se han convertido en el altavoz ideal para la reciente adquisición de Facebook. Han hecho la campaña de comunicación y propaganda perfecta a una herramienta que nunca ha dedicado un euro a ese cometido. Es como Zara ¿Para qué? Cualquier novedad, mejora o chorrada que incorpora enseguida se convierte en noticia destacada en medios especializados o generalistas.

Trending Topic mundial. Comentarios de todo tipo... y cabreo, mucho cabreo por esa intimidad perdida. Tengo un amigo que dice que se va a dar de baja. Es el mismo que cuando WhatsApp decidió cobrar (menos de un euro al año), me anunció lo mismo; una intención que también me trasladó cuando se dieron a conocer los fallos de seguridad.

Provoca cierta gracia (o descojone total) ver en televisión esa indignación popular escenificada en la vena hinchada del entrevistado mientras le preguntan y él alude a la intimidad... frente al amigo, la pareja o la/el amante, pero sin alusión alguna a los agujeros de seguridad que acumula.

Seguro que esta es la gota que colma el vaso contra WhatsApp. Verán estos del teléfono verde como si sale una aplicación mejor, gratuita y más segura, nos vamos... Ah, no, espera. Ya existen varias pero no son capaces de hacerle sombra. Bueno, seguro que si ahora surge otra, le damos todos con un palmo de narices y dejamos de ser whatsapperos.

Por cierto, mi amigo me dice ahora que como es de los del voto decidido a Podemos se va a dar de baja porque el color que ha elegido WhatsApp ¡es el azul! y por ahí sí que no pasa. Me lo ha comentado al tiempo que me enseñaba la foto que ha puesto en el perfil, con sus tres hijos y su mujer ante el número de la puerta de su casa.