Feijoo convocó a los corresponsales de prensa extranjeros para decirles que Pedro Sánchez pretendía dar un golpe de estado en España. Como si de la resistencia venezolana, o de un partido ilegalizado y perseguido en un régimen dictatorial se tratase, el PP se presenta ante los medios internacionales para hacer lo que mejor sabe hacer; alarmar y mentir.
En su estrategia de desestabilizar, se dedica a echar basura sobre el Estado y las instituciones, mintiendo a los periodistas extranjeros para que nuestra imagen internacional se vea comprometida. Es el estilo del PP, hacer lo que sea cuando pierde el poder, caiga quien caiga. Tenemos ejemplos sobrados de situaciones similares.
Afortunadamente, en la mayoría de países, cuando reciban la información de sus cronistas, se echarán a reír al leer las argumentaciones de Feijoo. Saben que miente, que su reacción es fruto de la frustración por no poder gobernar y que, si no lo hace, no es porque un golpe de estado se lo impida, sino porque la aritmética parlamentaria, que es la que, democráticamente, otorga las mayorías de gobierno en España, no se lo permite.
Feijoo quedará ante Europa como el mejor aliado de Vox, un partido de extrema derecha que pretende devolver España a los años 50, y como el guardián de uno de los últimos reductos donde las ideas retrógradas y sectarias tienen cabida gracias al oxígeno que su partido, y él mismo, le insufla a la extrema derecha.
Feijoo asume el discurso de Abascal, de hecho, es su único aliado. Un discurso reaccionario, falaz y que supura un odio y una vuelta al pasado peligrosa. En este sentido, la imagen que Feijoo proyecte de sí mismo en Europa no es lo importante, allí ya saben cómo es la derecha española. El problema es el daño que le causa al estado español, y que va directamente a la línea de flotación de la salud democrática de nuestro país.
“Help Spain” fue el eslogan escogido para la representación. Y en esto aceraron, porque es verdad que España necesita ayuda, pero no para liberarla de las mayorías parlamentarias salidas del sufragio universal, sino de la derecha que tenemos, la más rancia de Europa, la más anclada al pasado, la que conserva a franquistas entre sus filas y la que, en vez de avanzar y separarse de la ultraderecha, juega a competir con ella para ver quién es más facha.
Gritemos, por tanto, Help Spain! Necesitamos que España deje de ser un refugio de la extrema derecha en la Unión Europea, porque el verdadero problema de la convivencia en España no lo genera el independentismo, sino el primer partido de la oposición, el Partido Popular.