He visto horrores

20 de novembro 2024

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".

Escribo las famosas palabras del replicante Roy Batty según las pronuncia en la versión doblada al castellano de la película Blade Runner. Y lo hago porque yo he visto cosas que también vosotros habéis visto y a todos nos ha costado creer.

Por ejemplo, he descubierto que hay gente con el nombre de Deivid. No son alienígenas, ni hijos de gente descarriada del sentido común, ni ex-usuarios de servicios sociales a los que han gastado una broma pesada. También es posible encontrar un Tiburcio o una Eduvigis, que parecen fruto de un embarazo no deseado y un desplazamiento de la rabia hacia el menos culpable.

Casi cada día leo o escucho enunciados que comienzan: "Mientras más..." en lugar de "Cuanto más...". Como soy un talibán de estas cosas, si lo he leído en un libro, me entran ganas de tener una piscina a mano, no solo para bañarme en ella, sino para hacer aterrizar en su interior el libro en cuestión, como hacía Umbral con las lecturas que le desagradaban. Bañarse entre libros mojados debe ser toda una experiencia aunque un poco guarra. He visto también a algún líder de partido político salir en defensa de la penosa gestión del presidente de una comunidad tras una desgracia medioambiental diciendo que el susodicho había estado "desde el principio" al frente del operativo. Solo que el presidente de la comunidad había reconocido haber pasado unas cuantas horas atendiendo unos menesteres que fue cambiando varias veces de índole. Semejante profesionalidad a la hora de mentir sin el más mínimo reparo es digna de un Deivid o un Tiburcio o de alguien que dice "mientras.." en lugar de "cuanto más...". También hay quién dice "contra más..." en esta misma tesitura, la del error gramatical, no la de emular a Pinocho.

Existe un concepto maravilloso que es el del "cadáver político", que sin embargo se aplica a un ser aún vivo aunque moribundo, políticamente hablando. En estos casos uno piensa que convendría aplicar aquello de "vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver", sobre todo esta última parte, y no esperar a que el difunto huela por la putrefacción. Pero, claro, una cosa es la que piensa uno, un simple mortal, y otras las elucubraciones de los señores y las señoras políticas que normalmente tienen como brújula de su acción, como santo y seña de su comportamiento, el poner a buen recaudo su trasero. Los políticos son los seres humanos que mejor distinguen el culo de las témporas porque les obsesiona salvar el suyo por encima de todo. Claro que estamos generalizando, faltaría más, es imposible analizarlos uno a uno.

No es que estén locos por el hecho de que digan cualquier mentira en defensa propia, por estupefaciente que resulte, a la vista de toda la concurrencia. Es que cuentan con que gran parte de la concurrencia está fanatizada y los votará igual y con que todas esas bajezas, como decía Roy Batty, se perderán como lágrimas en la lluvia.