Esta semana he podido asistir al acto que este medio celebró en el Teatro Principal. Un acto sencillo, conmemorativo y a la vez cargado de futuro. El hecho de que un medio de comunicación cumpla años, ya es, en sí mismo, un motivo de alegría y celebración.
La historia de PontevedraViva, en cierto modo, viaja paralela a una parte de la mía. En el año 2015, cuando yo pasaba por ciertas dificultades personales, tuvieron el arrojo de dejarme participar de su proyecto que, en aquel momento, se encontraba en pañales. PontevedraViva cumplía dos años cuando yo intentaba renacer, y tengo que admitir que, gracias a su generosidad, encontré un motivo para sentirme vivo cada semana.
Para mí, escribir es una pasión. Desde que era pequeño, había soñado con poder dedicarme a ello. Igual que hay niños que sueñan con ser futbolistas o policías, yo soñaba con trabajar en un periódico donde me pagasen por escribir y relatar historias. El ajetreo de la redacción por la inmediatez de los acontecimientos, el apuro final por el cierre de las ediciones. Todo eso, siempre ha resonado en mi cabeza como un sueño al que aspirar.
Crecí viendo a Jack Lemmon y a Walter Matthau en Primera Plana, una película que he podido ver repetida infinidad de veces. Me imaginaba siendo el director del Chicago Examiner, un papel que Matthau bordaba. Desgraciadamente, mi vida laboral ha ido por otros derroteros.
Sin embargo, gracias a PontevedraViva, me siento como un profesional de la información. Por supuesto, nunca hubiese sido un director de periódico, pero puedo sacar a la luz mi humilde talento porque, cada semana, me siento como un redactor al que su director le apura en la finalización de un trabajo porque la rotativa está arrancando.
En serio, gracias por todos estos años de información, por creer y apostar por un proyecto dedicado a ofrecer a la población un derecho fundamental, el de la información. Gracias por el tremendo esfuerzo que significa sacar una nueva edición adelante cada día y, por supuesto, gracias por haber hecho posible que mi sueño de niño se haya cumplido. Sin duda, el gran sueño de mi vida.
Estoy convencido de que estos solo han sido los doce primeros años de una larguísima vida, y que, igual de emblemático que el propio Teatro Principal, lo es PontevedraViva para la ciudad de Pontevedra.