¿Por qué España no quiere ser más de lo que es?

08 de xaneiro 2025

¿Por qué esa resistencia a acometer reformas que empujen el crecimiento y eliminen de una vez el desempleo?

¿Por qué no existe la madurez suficiente en la ciudadanía para adoptar reformas de calado que provoquen el aumento radical de la productividad con utilización de la tecnología actual? ¿Por qué somos una sociedad tan reaccionaria que permite regulaciones laborales muy obsoletas y porcentajes de paro en los jóvenes radicalmente tercermundistas? ¿Por qué, en lugar de adoptar políticas para aportar crecimiento y dinamismo que nos faciliten prosperidad, tantos ciudadanos abrazan de forma reaccionaria y retrógrada los conflictos identitarios y distributivos como formas de la decadencia?

Además de las preguntas que ha ido proponiendo el catedrático de Economía en la Universidad de Pennsylvania Jesús Fernández Villaverde, en otra de sus consideraciones afirma también que España y la Unión Europea necesitan crecimiento, mecanismos de mercado, creación de empresas, movilidad laboral, eliminación de trabas administrativas, eliminación de burocracia... enredada como está la casta política en el cortísimo plazo y desatendiendo, ignorando, los problemas estructurales de la sociedad. ¿Por qué solamente hay una política para mantenerse en el poder Hoy y que sea Mañana quien acarree las consecuencias? Porque los ciudadanos no vemos: adormecidos por los intereses de la burocracia política en el sopor público, nos han enredado de forma absoluta en la pugna política cuando lo que se necesita es un cambio de mentalidad radical.

¿Qué es una política populista? Es lo contrario del liderazgo político: adoptar medidas en donde los beneficios -parciales, de nicho, de compra de votos- sean inmediatos, y los costes queden dilatados en el tiempo. Anclada en la mediocridad, con la productividad estancada, con la deuda pública sobre la que no se aplica racionalidad alguna, con el colapso de la más importante minoría ciudadana -de la que los mejores se marchan-, y otra gran parte no entra en el mercado de trabajo -¡el 30% de los jóvenes!- y los que entran lo hacen de forma muy dependiente de las salidas profesionales del sector público, todo para seguir siendo una sociedad en la que no surgen nuevas empresas de mediano tamaño que puedan ofrecer salarios y condiciones suficientes para que el mercado laboral sea robusto. Y puertas atrás del mercado intervenido por la burocracia política, el psoe, la izquierda y el nacionalismo en formación de adoquín dilapidan miles de millones de gasto en el control de la población subsidiada. Sopor.

Dos ejemplos para quien quiera ver. Uno, Asturias, ejemplo de gestión socialista, atrasada, en medio de una situación crítica -demográfica y económica como mínimo- se lanza a malgastar en un esperpento nacionalista las pocas energías que tiene para llevar a la ciudadanía a ningún sitio: los ponen a hablar en bable. Solamente la burocracia más retrógrada puede hacer esto, es la única parte de la población que se refuerza como tal, atrincherando sus cargos, nombrando otros tantos más para resultar una manada de cargos desplegando serrín por una sociedad en derribo. Dos, en 2002 nuestro PIB era 9 veces el de Rumanía. Desde entonces hemos crecido un 41,55% mientras que los rumanos -un país machacado por el comunismo más rancio y policial- crece más de un 87%. ¿Cuándo nos va a sobrepasar en renta per cápita, eh, progres? Los rumanos vuelven a su país, un regreso masivo porque Rumanía se ha convertido en una gran promesa y porque España ha dejado de ser el gran paraíso laboral en donde la economía de nuestra nación no les sirve para vivir. Por eso se vuelven en masa, porque llevan años ganando cada vez menos: la presión fiscal hace que mantener un negocio aquí parece que trabajes sólo para pagar impuestos. La tasa de desempleo en Rumanía es del 5%, mientras aquí mantenemos un 11,21 % de paro con las estadísticas trucadas.