¿Ustedes sabían que hay buenas personas? De las buenas de verdad, no de las que dicen que lo son, o de las que cuelgan en Instagram cosas para que los demás se crean que son una de las reencarnaciones de Ghandi. O de las que apoyan todas las causas solidarias y luego le hacen la vida imposible al compañero de oficina. No, no.
Les pregunto por las que son buenas de verdad. Las que nacen buenas y mueren buenas, por mucho que la vida se empeñe en envenenarlas. Las que hacen el bien, además sin decirlo. Por esas les pregunto.
Pues se ha registrado un caso en Leganés.
Un señor encontró en un contenedor de reciclaje una bolsa con 19.000 euros que una vecina, propietaria de un bar, había tirado por error.
¿Qué harían ustedes si se encuentran 19.000 euros en un contenedor? Sean sinceros, que es un momento y no pasa nada. Yo lo entiendo. Si somos humanos.
La noticia está en que éste señor no hizo eso. Se fue a la comisaría del barrio y los entregó. Todos los billetes. La bolsa entera. No es un fake.
El hombre entró a plena luz del día en la comisaría, a cara descubierta y sin estar bajo los efectos de las drogas ni el alcohol. Y aún tuvo el valor de decirles a los policías que no quería que se supiese que era él quien había perpetrado ese acto sobrehumano.
Los agentes, lo felicitaron porque no podían hacer otra cosa. Hay que ser comprensivos con su impotencia. No les dio un infarto porque son personas que tienen que pasar unas pruebas físicas para entrar en el Cuerpo. Yo me habría ido al baño a llorar. Pero porque no estoy preparada como ellos para aguantar impresiones fuertes y porque soy pudorosa con mis lágrimas.
A los policías les quedaba la nada fácil labor de encontrar al propietario legítimo. Imagínense la de voluntarios que pudieron aparecer a poco que se supo la noticia, que en los barrios todo se sabe. Yo tuve que encargar en una ocasión una tala de árboles en una finca y apareció gente debajo de las piedras para llevarse la madera. No quiero imaginarme si se corre la voz de que hay diecinueve mil euros, aunque haya que pasar un interrogatorio.
La Policía de Madrid estuvo a la altura, y la propietaria recuperó su dinero. Seguramente se habrá echado a llorar sin tiempo de meterse en un baño como habría hecho yo. Habrá tenido una primera noche de sueño tranquilo después de mucho tiempo. Y todo porque queda gente buena. De la de verdad.
El señor continúa en el anonimato. No se saben de él ni las iniciales de su nombre y apellidos. Pero existe de verdad, que los agentes dicen que lo han visto y yo les creo porque han demostrado ser competentes y han aguantado el tipo en todo momento.
Las noticias del último Pleno del concello de aquí, de A boa vila, son mucho más inquietantes. Un edil intentó poner orden con un “¡ Que estamos en un Pleno de Pontevedra, por Dios!, dando un golpe en la mesa pero no le hicieron caso ni en su propio partido. Bochornoso.
Pero ustedes no se disgusten. Piensen en este ciudadano anónimo de un municipio de Madrid, mucho más héroe que el Supermán que se presentó en Lugo para comprar rubias gallegas. Ha sido una semana de noticias sorprendentes.
No es difícil saber cuál de ellas se ha llevado más titulares, la de que Henry Cavill, el actor que encarna al superhéroe en la pantalla, haga una visita sorpresa a Galicia para comprar vacas y ponerse ciego de carne o la de un señor de un municipio periférico de Madrid que encuentra un buen pellizco de dinero y lo entrega comisaría.
Al primero le pagan un mundo por película y, aunque del leganense no conozcamos la profesión, no parece que tenga vínculos con Hollywood.
A Henry/ Supermán, comprar ganado no le supondrá mucho esfuerzo económico, pero quien encuentra diecinueve mil euros en un contenedor, siendo un ciudadano medio y lo devuelve, deja de ser medio para ser ejemplar. Y alucinante. Aunque no lleve capa ni vuele.
Pero insisto en que no se dejen llevar por la desesperanza. Si aparecen más personas riquiñas, yo se lo cuento, que las buenas noticias hay que compartirlas y yo, aunque a veces no lo parezca, también tengo mi corazoncito.