Diagnostican a una persona adulta de un síndrome...

15 de abril 2025
Actualizado: 8:01

¿Estamos diagnosticados claramente de nuestras maneras de ser y de estar en el mundo?

Surge de vez en cuando en los medios de comunicación noticias con este juicio o enunciado: "me diagnosticaron equis, zeta o eme con cuarenta, cincuenta o sesenta años...".

En estas semanas, en los medios de comunicación he oído el testimonio de varias personas que han llevado una vida larga, que están en los cuarenta o cincuenta años y, por diversas circunstancias, les diagnostican un "síndrome" –pongamos dicha palabra–, en concreto autismo, una variedad de autismo. En uno de esos reportajes indicaban varias personas que no eran conscientes de ello, que habrían sufrido toda la vida "diferencia" –pongamos esta palabra, que es más suave– por parte de unos y de otros, incluso haber sido maltratados, incluso "ninguneados" –utilicemos también este término, que es más suave–. Y cuando les diagnosticaron dicho síndrome, pues de alguna manera "descansaron", porque entendieron mucho de su ser, de su existencia y de su vida.

Llevo años pensando, en general, cómo es que sucede en la vida que hay personas a las que se les diagnostican determinados "síndromes" ya a una edad avanzada. Y, como indicaba hace varias semanas, pensando en concreto en una variedad de "autismo". No sé si será totalmente el diagnóstico bien definido por la medicina oficial y ortodoxa. Un "autismo" que han sufrido, según ese reportaje, "personas que en mayor o menor grado han llevado una vida normal y rutinaria". Han estudiado, algunos han tenido familia y, a los cuarenta o cincuenta años, ya algunos con hijos adultos, "les han diagnosticado esta realidad".

Debo confesar que no soy especialista o experto en dicha realidad, ni en la medicina, ni en la psiquiatría. Lo expreso claramente, por si alguien toma este texto con demasiado rigor y demasiada autoridad. Solo es un artículo de opinión. No lo olvide usted. Pero sí creo que se deduce e induce de esta realidad, al menos, un concepto o una pregunta o un enunciado: ¿Estamos diagnosticados claramente de nuestras maneras de ser y de estar en el mundo? ¿Y si por casualidad no lo estamos, puede un número de personas estar sufriendo consecuencias de esa forma de ser y de habitar el mundo, consecuencias que son dolorosas, debido a ese "desconocimiento"? ¿Aquí hemos mencionado esta variedad de "autismo", el cual les permite a las personas llevar una vida más o menos normal y rutinaria, pero con mucho sufrimiento, sin saber el porqué les han sucedido cosas que han sufrido, cómo los han tratado algunas personas?

Indicaba que estos últimos años he ido pensando en la pregunta: ¿estamos bien diagnosticados de toda la realidad biológica y psicológica? ¿Habría que buscar métodos para que nos diagnostiquen? ¿Aplicado a la vida política, pueden no estar bien diagnosticadas determinadas personas con esos cargos y cargas con consecuencias para la sociedad más graves de lo que creemos? Y otras preguntas, incluso más graves y más radicales...

Pero en estas últimas semanas, esa pregunta o racimo de preguntas anterior se ha centrado en el "autismo", en una variedad –no sé si será aceptada por los sistemas oficiales de diagnóstico internacional–. Ya les he contado los reportajes que por azar he visto, y hoy me he encontrado con un artículo en The New York Times en español, titulado: "Me diagnosticaron autismo a los 53 años. Sé por qué están aumentando los índices de casos", publicado el 21 de marzo de 2025, firmado por Holden Thorp, que es, entre otros cargos, profesor de Química y Medicina en la Universidad George Washington.

Toda la vida me he preguntado y cuestionado si generaciones de personas y muchos fracasos escolares suceden y han sucedido porque los alumnos no han sido diagnosticados en sus índices de inteligencia, en esa panoplia de tests que hoy se pueden hacer y se deben hacer. Existen muchas personas que durante toda su vida no saben si su inteligencia en todos sus factores está en la media o está por encima, o en algunos indicadores están por arriba y en otros por debajo.

De tantas cosas que se piden a la sociedad y al Estado por parte de los individuos, creo que esta sería esencial: no solo hacerlos y diagnosticarlos de forma científica o lo más científica posible, por personas preparadas para esas técnicas y estudios, sino también informar a las personas. Porque ocurre que, demasiadas veces, a lo largo de estas décadas se han realizado dichos tests y no se han indicado y mostrado a las personas los resultados.

El artículo que hemos indicado habla del aumento de los casos de diagnóstico de autismo. Quizás el problema de base es que han fallado los sistemas de diagnósticos en todas las edades y de forma periódica, en todas las "realidades psicológicas y no solo en el espectro del autismo". Hay mucha población que teme los diagnósticos, porque piensa que un mal diagnóstico a una determinada edad temprana puede condicionar la vida de esas personas.

No soy experto, ni especialista, ni sabedor de estos temas. Lo que sí está claro es que existe una preocupación en la sociedad sobre si estamos bien diagnosticados y si estamos diagnosticados y, por tanto, nos han ocurrido o hemos sufrido diversas realidades que hemos llevado durante toda la vida como un enorme peso. En segundo lugar, si en la enseñanza, este diagnóstico de tests de inteligencia y similares, bien hechos por especialistas, podría dar mucha luz a muchos corazones que sufren muchos problemas por no saber lo que son o sus valores psicológicos, y han llevado durante toda su vida el peso y la carga de ese desconocimiento.

Y en tercer lugar, me pregunto si la falta de valores morales correctos, que se va extendiendo como una mancha de aceite por la sociedad, está llevando a más sufrimientos y al aumento de diagnósticos psicológicos con síndromes diversos. Es decir, ¿una moral no correcta puede llevar al aumento de alcoholismo? La cuestión es si puede llevar al aumento de otros males psicológicos y sociales.

La otra gran pregunta, siguiendo la tesis de dicho artículo, es: ¿deberíamos, aunque fuésemos adultos, evaluarnos psicológicamente? Quizá entenderíamos y comprenderíamos algunas realidades que nos han sucedido. Pero existe otra pregunta: ¿quizás no éramos o teníamos determinado síndrome en la juventud, adolescencia o infancia, sino que lo rozábamos y la vida nos ha ido llevando hacia ese diagnóstico por las realidades y circunstancias que hemos sufrido?

 

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