La final de la semana (la de verdad, la de marca y no la de garrafón barato) era el domingo y el Pontevedra no pudo por desgracia alzarse con el triunfo. Una victoria frente a un Guijuelo que venía en plena racha negativa habría colocado al Pontevedra en una situación clasificatoria mucho más desahogada y casi a tiro de piedra de la salvación.
Y lo cierto es que no se puede decir que el Pontevedra se hubiera hecho acreedor a los tres puntos en ningún momento. Al contrario, el punto ni siquiera refleja lo acaecido durante los noventa minutos a lo largo de los cuales el Guijuelo fue mejor en la inmensa mayoría de ellos y no se llevó mayor botín a su tierra jamonera gracias a la extraordinaria actuación de un Edu Sousa que evitó hasta en cuatro ocasiones clarísimas que el equipo salmantino perforara la meta granate.
La primera parte fue realmente descorazonadora y visto el equipo titular presentado al que esto escribe le surgen muchas preguntas sobre la gestión de minutos del partido de vuelta de la dichosa Copa Federación que gracias a todos los dioses habidos y por haber ha terminado por fin esta temporada.
Si se sabía que Álex González estaba sancionado para el domingo no se entiende ni de lejos como el cántabro solo disputó veintidós minutos frente al Ontinyent. Si se sabía que Jimmy está fuera de combate y tampoco se podía echar mano el domingo de Álex como carrilero largo en la izquierda tampoco se entiende demasiado la presencia de David Castro como titular a mitad de semana (tuvo que ser sustituido el miércoles con molestias). Si se sabía, en definitiva, que sin Álex González el otro jugador de la plantilla capaz de desequilibrar al equipo contrario no es otro que Jorge Hernández, hacer jugar al zamorano los noventa minutos frente al Ontinyent hasta terminar exhausto (ese día fue Pibe el primer jugador sustituido) no obedece a lógica alguna.
Por unas cosas o por otras lo único cierto es que el Pontevedra se presentó sobre el césped en un partido vital con Pacheco debutando en liga como central por la izquierda y Pibe debutando como titular en liga en casa por banda izquierda. Experimentos a estas alturas en las que tanto nos estamos jugando y tantas lágrimas se pueden acabar vertiendo si al final nos vamos por el sumidero de Tercera, resultan incomprensibles, absurdos y sólo pueden desembocar en primeras partes tan penosas como la que ayer protagonizó el Pontevedra.
Ojo, antes de que alguno interprete esta columna de forma errónea, no es que el Pontevedra no jugara a nada en la primera parte por causa de estos dos chavales que pelearon y no estuvieron por debajo de muchos de sus compañeros sino que lo que a estas alturas de temporada resulta incuestionable es que sin Álex González en el campo, Jorge Hernández debe jugar aún con muletas (y más con el estado de forma de Añón) y que a falta de otro lateral o central izquierdo de la primera plantilla, Castro debería jugar aún con una pata de palo.
Sea como fuere, esos primeros 45 minutos fueron casi un monólogo de un Guijuelo que sin hacer nada del otro mundo creó tres ocasiones muy claras para marcar, dos de las cuales fueron rechazadas por un gigantesco Edu y la otra por un poste. Fue una primera parte en la que lo mejor fue el resultado y en la que al margen del portero solo se podría destacar a un Flores que achicaba agua en defensa todo lo que podía a base de colocación y experiencia además de protagonizar varios pases largos y precisos a las bandas que ninguno de sus compañeros pudieron rentabilizar.
Y tras el descanso (con David Castro ya sobre la hierba) llegó la gran alegría del gol granate. En una falta no muy bien sacada, el portero castellano nos hacia el favor del día rechazando una pelota fácil de forma estrambótica permitiendo que Goldar metiera la cabeza e hiciera un tanto que en ese momento nos daba la vida. Hasta ese instante no habíamos hecho nada arriba pero en un error del contrario veíamos el cielo abierto y la posibilidad de lograr una victoria maravillosa para nuestros intereses.
No fue así en gran parte por no ser capaces (no lo fuimos a lo largo del todo el partido) de tranquilizar el choque y jugar con la desesperación salmantina. Escasos minutos después de marcar se producía una jugada por banda derecha defensiva del Pontevedra que acababa con la señalización de un penalti por presunto agarrón de Juan a un jugador del Guijuelo que fue convertido por el antipático Jonatan Martín.
La última media hora fue una especie de correcalles en la que el Pontevedra tenía más armas con Jorge ya sobre el campo para tratar de hacer el segundo pero en la que las mejores ocasiones a excepción de la última del partido fue para un Guijuelo que se topó dos veces más con Edu Sousa en sendas acciones que golpearon el corazón de la afición granate. En el otro área Jorge tuvo dos buenas ocasiones pero la mejor de todas se produjo ya con el tiempo cumplido en un centro que el Guijuelo permite que llegue al lado izquierdo de su área para que Añón completamente solo y con su pierna buena enviara un balón de gol por encima del larguero y con esa bola también mandara al cemento de la grada sur las esperanzas de una afición que veía como se esfumaban definitivamente las opciones de ganar el encuentro.
No se puede negar que haber ganado al Guijuelo nos habría otorgado muchos boletos para salvarnos de una quema que tanto nos está desgastando esta temporada. Tampoco se puede obviar (aunque a estas alturas hay que ganar como sea) que el equipo no estuvo bien ayer y que estuvo más cerca de perder el choque que de obtener el triunfo. Ahora bien, esta decepción no debe durar más allá de unas pocas horas pues a falta de cuatro partidos ya no hay lugar para muchos lamentos ni ensoñaciones de lo que debía haber sido y no fue. Se ha empatado y ya está.
Tenemos 38 puntos y a partir de ahora semanas enteras sin partido en las que se podrá descansar mejor y preparar con más tiempo el partido del fin de semana. El partido del Guijuelo es pasado y el presente más rabioso e importante nos sitúa en Valladolid y contra un rival que ya ni se acuerda cuando perdió su último encuentro y que nos esperará en los Anexos de Zorrilla dispuesto a certificar su permanencia ganándonos el choque.
Necesitaremos pues que aparezca esa versión más sólida del equipo y ser conscientes una vez más que contamos con argumentos más que suficientes para salir airosos de otra final que espera en seis días y que vuelve a darnos la posibilidad de dar un paso de gigante para la salvación.
Con respecto a la Copa Federación (para mi, lo siento, garrafón) de justicia es felicitar a jugadores, técnicos y Consejo por un título por el que han apostado con decisión y también a la afición al margen de que para algunos (entre los que me encuentro) sea una competición ciertamente menor.
Ahora que dicha Copa ha bajado su telón, solo desearía con relación a ella dos cosas. La primera es que este premio económico obtenido al ganarla sirva a la entidad para tapar algún agujero que está segunda B no se cansa de provocar a sus participantes y la segunda es que tardemos el mayor tiempo posible en volver a jugarla.