Seguramente que todavía no se hizo una historia de la actividad económica de la Pontevedra del siglo XX. Si un día se aborda esa tarea tal vez desaparezca el tópico de que la ciudad del Lérez nunca fue un enclave industrial.
¿De que vivía entonces el pontevedrés "sin plaza fija" de hace cuatro o cinco décadas? Pues muchos comían gracias a las factorías industriales. Obviamente que las fábricas más emblemáticas se instalaron a finales de los años cincuenta. Y así hubo una época en que los tablex de Tafisa conquistaban los mercados europeos, o que era difícil ver una mesa en España sin una vajilla fabricada en Pontesa. Mientras en el Bao estaba instalada la gran fábrica de abonos químicos de La Cross. Pero el censo de industrias pontevedresas revela una especialización en materiales de construcción, como las desconocidas caleras de Mollabao y Portosanto o la portentosa factoría de ladrillos de la Caeyra con dos grandes chimeneas. Mientras en la ribera del Lérez festoneada de grúas y silos, aguardaba la llegada de las dragas areneras. Y en frente la silueta de cubierta "en dientes de sierra" del parque de recuperación automovilística de la VIII Región Militar que empleaba a muchos civiles. Ya nadie se acuerda de esto.
¿Y de la industria agroalimentaria? Los lácteos de Xeve, la transparente fábrica de gaseosas Feijoo en la Avenida del Uruguay, los silos harineros de Reyes tras el Hospital, las conservas de Uzal
Pero si hay dos empresas que hicieron honor a nuestra plaza de la Herrería, esas fueron la de Herramientas Pino en Salcedo, especializada en aperos agrícolas y la de fundiciones y motores marinos de Pazó, que llegaría a convertir a Pontevedra en un referente para la flota pesquera de nuestras rías.
Como también echamos de menos a los talleres de Artes Gráficas. Ya nadie se acuerda de Grapor por ejemplo, y se ve como algo natural que el "Diario" se imprima en Lugo.
Y para explicar el modelo de ciudad actual, de consecuencias genocidas, también podríamos explicarle a los jóvenes de ahora que aquí existían fábricas de jabones, talleres de confección, curtidora en Ponte Bolera, aserradero en el Burgopodríamos hablarle de la Metalúrgica Rías Bajas, de las grandes firmas de construcción de referencia nacional como fueron Malvar y Raimundo Vázquez, etc, etc.
En fin, han convertido nuestra ciudad en un auténtico erial improductivo.