Aunque parezca mentira, a estas alturas, todavía es demasiado frecuente que, demasiadas personas sin información ni formación estén cayendo en el asqueroso delito del acoso machista. Cada día salen nuevos casos a la palestra, pero parece que solo son relevantes los casos de famosos.
Como el del futbolista del Valencia Rafa Mir, que, ante la poca relevancia que tiene en los medios por el desempeño de su profesión, ha decidido engrosar, conjuntamente con un amigo de correrías, la larga lista de acusados por agresión sexual. Por ese motivo, tuvo que pasar dos noches en un calabozo que, sin duda, es una estancia bien diferente al vestuario de un equipo de fútbol.
Según las presuntas víctimas, el "patadura" valencianista, anduvo baboseando a una de ellas hasta que la agredió sexualmente. En la denuncia, la chica detalla una agresión agravada con penetración en la piscina y, por si no fuera suficiente, una posterior con las mismas características en el cuarto de baño. La otra presunta víctima, acusa de lo mismo al colega del futbolista.
Por tanto, tenemos a dos ejemplares de macho alfa cargando con sendas denuncias por agresión a cada una de las presuntas víctimas. Hasta aquí los hechos.
Al mismo tiempo, como no podía ser de otra forma, lo primero que ha hecho el mundo virtual en el que viven los fachas de este país, ha sido culpar a las víctimas. No en vano, su tesis principal en estos temas es que, si una mujer enseña o se acerca a un hombre quiere guerra y, por tanto, el baboso macho alfa de turno adquiere el derecho de pernada inmediata. En este caso, el baboso macho alfa de turno es el ínclito futbolista y su colega.
Esta gente, que atesora unas limitaciones cerebrales innegables, consideran que las chicas son culpables por flirteo y, básicamente, por ser mujeres. Hasta aquí, el verdadero peligro al que nos enfrentamos desde hace nada menos que ochenta y cinco años y que nos acabamos que quitarnos de encima.
Recordemos que hay partidos políticos que están en contra de la violencia machista, que consideran a la mujer un objeto del que se puede disponer y que, entre otras barbaridades, pretenden crear centros de atención especializados para los hombres víctimas de la violencia sexual. Efectivamente, estamos en España, año 2024, siglo XXI.