Creo que el momento de reflexión ha llegado. Debemos preguntarnos si hemos hecho algo mal o, por el contrario, si todo esto es ajeno, irreal, indescriptible…
Creo que el momento de la duda ensombrece nuestros corazones. Y nuestro pensamiento. Y nuestro asombro. Y nuestra rutina.
Creo que el momento de la conciliación debe regir nuestros próximos pasos. Hemos de llegar a un mutuo acuerdo que siempre favorezca al futuro de nuestra gente; los próximos, los allegados, los lejanos incluso.
Creo que debemos de olvidar viejas y nuevas rencillas. Nadie es responsable, pero debemos actuar como si lo hubiéramos sido. Salir de este infierno con trabajo y determinación, criticando mañana y hoy solucionando. Todos, juntos, en la misma nave que nos ha de llevar a abrazar el futuro con esperanza.
Creo que mañana es una sorpresa que el destino nos tiene escondida. Pero ese destino no es fortuna, ni desgracia ni suerte; es una cuestión de elección, somos sus arquitectos. Dejo aquí las palabras de Abraham Lincoln: "Cuanto antes nos percatemos de que nuestro destino está en nosotros mismos, y no en las estrellas, tanto mejor para nosotros".