CIR nº 13, Figueirido (Pontevedra) – Quinta de 1975

14 de outubro 2024

Hace casi 7 años (29.12.2017) un cocido inesperado me llevó a la estación de tren de Redondela

Allí fui con mi amigo Tino que se iba a reunir con un compañero de su quinta de 1975 de la mili, Antonio. Aquel día nos pasamos horas hablando y ellos recordando viejos tiempos y quedaron de organizar una comida de su quinta. Por fin, este pasado miércoles sucedió, y se juntaron unos pocos de aquellos reclutas del Centro de Instrucción de Reclutas (CIR) nº 13 de Figueirido en Casa Laura (Campelo, Poio).

El día antes me llamó Tino y me invitó a asistir, y allí me fui. Cuando llegué ya había unos pocos en la entrada hablando, y curioso, de los que vinieron la mayoría no se habían visto en casi 50 años!!! Medio siglo sin verse, y aún así, muchos se reconocieron. Después de los saludos pertinentes, muchos abrazos, a la mesa, que "non se pode pasar fame!". Fueron varias horas de charla donde se hablaron tantas cosas que es imposible resumirlas en un simple artículo.

Para poneros en contexto, mediados de la década de los 70s, entraron en la mili con Franco vivo, y algunos se licenciaron y Franco ya había muerto. Fue una época de cambios, y ellos fueron la última promoción de Figueirido de la dictadura. También estaba Campolongo en Pontevedra, los de marina iban a Marín, Ferrol y su castillo de San Felipe, etc. La mili era obligatoria y cuando te tocaba eran 15 meses, los voluntarios 18. Había 4 reemplazos al año, uno cada tres meses. Al llegar les daban dos uniformes (el de trabajo y el granito), sus botas, su fusil (Cetme o Mauser), y un sitio para dormir en los barracones. Para muchos era la primera vez que salían de sus pueblos, dejabas tu familia atrás, algunos mujer o hijos, o sus trabajos. Algunos iban voluntarios a la mili pues sin la mili cumplida, en muchos trabajos no te cogían. Y como me dijo alguno "te rompía la vida", aunque también dijeron que a día de hoy a mucha gente le haría falta ir a la mili por la disciplina, respeto, compañerismo, saber lo que cuestan las cosas,… valores que hoy en día se están perdiendo, y allí aprendieron a valorar.

Yo creí que Figueirido estaba rodeado por una especie de muro o algo así, que va! me dijeron, había una simple valla y te podías escapar si conocías los sitios indicados, al que estaba de guardia, como así lo hacían muchas veces para irse de fiesta a Pontevedra, a comer a Arcade, acercarse a los cerca de 20 bares que había en la zona, o a comprar los bocadillos de tortilla que traían varias señoras en cestas en sus cabezas... Por las mañanas tenían que estar en el cuartel, y algunos por las tardes salían y tenían trabajos fuera, ya que allí solo les pagaban 200 pesetas al mes que solo llegaban para comprar el betún para dar lustre a los zapatos, cordones…. y poco más. Los que eran de cerca incluso se iban a dormir a sus casas porque tenían el pase pernocta.

La instrucción eran los tres primeros meses. El toque de diana era a las 7 am y una vez sonaba el cornetín, ahí todo Dios en pie, vestido y formado a la hora. Hablaron de cuando quedaban de guardia los centinelas y como dejaban salir y entrar a compañeros de noche, las imaginarias, los que trabajaban de mecánicos, el que controlaba las llaves "el cabo llavero", los que trabajaban en el hogar del soldado (una especie de cafetería interna), los carpinteros, los que limpiaban las letrinas, los que llegaron a ser cabos, etc. Los que eran músicos acababan por lo regular en la banda de guerra que eran los que marcaban el paso, tocaban en desfiles,… Después de licenciarse algunos acabaron en orquestas tales como "Chicos del Jazz" de Pontevedra.

Cuando hacían prácticas de tiro les daban medio cargador (sobre 10 balas) pero tenían que recoger los casquillos pues se los contaban para luego rellenarlos y reutilizarlos. Algunos se quedaban con algún casquillo y los usaban como collar con un cordón de cuero. Tu fusil tenías que protegerlo y cuidarlo, y los tenían guardados bajo llave en los armeros. Había quien hacía guardias cada 35-40 días, y otros comentaban que ellos casi todas las semanas. Hablaron sobre los arrestos que tuvieron algunos y de pasar un tiempito en el calabozo. Otros por creencias (ej. testigos de Jehová) al no querer usar armas… se pasaban media mili en el calabozo. Tenían sus motes: cartucho, el sopas, pallares, comunica, pistolas, etc. Recordaban a los oficiales y suboficiales, varios con cariño pues "eran unos buenazos" y a otros no tanto. Un mando solía decirles "Ponte como quieras pero la ostia te la llevas", jajaja. Después de comer revisaron la lista de soldados en aquellos momentos de su CIR nº 13 de Figueirido, y con la ayuda de todos, fueron apuntando los mandos y compañeros de los que se enteraron que se habían muerto. Varios trajeron fotos de su última guardia, desfilando y todos se las pasaban y comentaban. Esto nos recuerda que somos lo que somos, algo fugaz en la historia del universo.

Hubo alguna anécdota como cuando Antonio se reencontró con Manolo al ir a un partido del Celta de Vigo. Las mujeres se pusieron a hablar en la calle, y Antonio le pregunto a la mujer de Manolo que iba andando más adelante, su marido como se llama? Manolo. Y es de tal sitio? Si. Y al verse. Hombre Manolo!, Antonio cuanto tiempo!. Se reconocieron y llevaban décadas sin verse. O como cuando hicieron la colecta en la mili para un compañero de Almería que era de familia muy humilde y quería irse unos días a su casa. Antonio pasó la gorra y juntaron más de 3000 pesetas de aquella, alguno puso el sueldo entero del mes, 200 pesetas.

La verdad fue una tarde muy agradable, y yo nacido en 1975, justo el año que ellos se licenciaron, pues me lo tomé como un aprendizaje de vida. Tino que organizó la comida de este año dio un discurso donde habló de lo que vivieron en aquella época, de su grupo de amigos de la mili, hasta de Napoleón y Wellington, y les bosquejó un esbozo de lo que podrían hacer para el 50 aniversario en 2025. Como conozco a Tino, y se su entusiasmo y pasión por todo lo que hace, no va a defraudar seguro. Pude hablar con varios de los asistentes, todos ya jubilados, y tuve que hacer de fotógrafo improvisado del evento sacándoles unas fotos de grupo y otras tipo carnet para poner en unas fichas que rellenaron cada uno de ellos con sus datos. Así, todos quedaron fichados para el año que viene donde Fidel y algunos de los presentes, tratarán de organizar una comida (con desfile incluido) para el 50 aniversario del C.I.R.-13 de Figueirido. Nos vemos de aquí en un año y ya os contaré.