Pues también pasa con la gente que a uno le cae mal. No se puede subestimar a nadie. Tenemos cosas en común con quién menos esperamos.
A raíz del estreno de la serie Alaska Revelada, Jorge Javier Vázquez escribía en un artículo: "Ahora entiendo por qué Alaska permanece impávida ante las críticas. Cuando has vivido tantísimas cosas tan fuertes y has sobrevivido a ellas con solvencia, poco te puede afectar lo que opinen de ti. Es un derecho adquirido por méritos propios que nadie puede arrebatarte" Por una vez no puedo estar más de acuerdo con él.
Cuando uno ha perdido todo, busca algo nuevo a lo que agarrarse y sale adelante, caiga bien o mal, el valor, lo tiene.
El problema es para quien cae muerto antes de reconocer un mèrito ajeno. Sobretodo si es de alguien que , por lo que el llama principios (que a veces se confunden con prejuicios), no le gusta.
Se juzga tantas veces sin escuchar primero, sin saber nada de la historia de la persona a la que se critica solamente por creer en una única verdad, que al que viene llorado de casa, ese tipo de crítica, le entra por un oído y por otro, le sale.
Alaska fue para mí, igual que para Jorge Javier, quien me lo iba a decir, ídola total.
Y eso que yo con catorce años era más de Snoopy que de tachuela y cuero. Pero vi algo en ella que me gustaba. Escuché en sus canciones, sobretodo en A quién le importa, una enseñanza para aplicar a la vida.
Luego, se ha convertido en himno de muchas cosas. Y ahí está el mérito de esa canción y de quién la interpreta que todo el mundo, gay, hetero, no binario, señora con perro o cura de pueblo se puede sentir identificado. Independientemente del color del pelo o la ropa que a èl o ella le apetezca ponerse.
Todo el mundo entiende a Alaska cuando habla y sus canciones son una reivindicación del hago lo que quiero sin hacer daño. Si no te gusta, tú mismo.
No me había planteado nunca dónde reside la fuerza que tiene Olvido Gara. Y si resiliencia
.Cómo ha podido reinventarse, no perderse nunca desde aquella Bola de Cristal, y seguir siendo alguien de quien hablar con admiración y a quien escuchar porque siempre tiene algo interesante que decir. Jorge Javier Vázquez da la clave: Alaska ha vivido, pero sobretodo, aunque no lo haya contado hasta ahora,ha sufrido.
Que haya gente que piense que lo ha tenido todo muy fácil, le importa un bledo. Cuando uno sabe lo que ha sufrido y la fortaleza que ha tenido para mantenerse en pie, lo demás, le resbala.
Por eso, pasarlo mal en la vida, cada uno a su manera, tiene un sentido: el de imprimirte carácter, el de encontrar tú propio valor aunque nadie más lo vea y defenderlo.
El dolor transforma y, si eres capaz de transitarlo, te enseña y te vacuna contra la tontería. Acuérdense de eso cuando lo estén pasando mal. O mejor, acuèrdense de eso siempre.
Háganlo también ahora en Navidad, cuando, a medida que nos hacemos mayores, no todo es paz y amor.
Volverán a estar bien. Nunca igual que antes, pero bien al fin y al cabo.
Habrá más Navidades para todos. Más oportunidades. Ya solo eso es un regalo que otros no tendrán. Precisamente a aquel que echa de menos, le gustará que aproveche esa oportunidad. No sabemos aún lo bueno que está por venir.
El dolor que ahora sentimos, nos enseñará, como a Alaska, herramientas para trabajar la vida. Y nos hará ganar, por méritos propios, como dice J.J.Vázquez, el derecho a ser uno mismo.
Y si alguien, mientras pelean, en cualquiera que sea su batalla, les pone palos en las ruedas, enciendan el motor.
Y vuelvan a escuchar A quién le importa. Felices Fiestas.