Dicen que las mayores locuras se hacen por amor y no hay amor más verdadero que el granate. Esta frase resume sin duda lo que pensamos los "locos" que decidimos no dejar solo a nuestro gran amor granate en un duelo tan difícil como importante. Ni los kilómetros, ni el dinero, ni el resultado es excusa para abandonar lo que más quieres, y menos cuanto más te necesita. 45 fuimos en autobús el sábado por la noche, otros en coche en viernes y otros se acercaron desde otros puntos de la geografía para no dejar solo al equipo granate.
Para los locos del autobús fueron 32 horas entre salida y llegada a tierras pontevedresas. Horas que pese a lo que la gente pueda pensar, comenzaron cargadas de alegría e ilusión pese al injusto 0-2 de la ida. Dormir era impensable, por lo menos en la primera parte del trayecto, cánticos, apuestas y porras centraban las conversaciones de los granates. El 1-3 parecía ser el resultado del que todos los granates estaban convencidos, las corazonadas y sentimientos de que se podía dominaban el autobús, y las promesas de tatuarse la fecha o el año de fundación en caso de ascenso estaban al orden de día. Conversaciones y risas estaban aseguradas en estos kilómetros y hasta nos llegaban anécdotas de la noche de los granates que estaban de fiesta por Ciudad Real: la de pedir Seagrams y que un camarero contestase alguna del gaiteiro debe quedar hizo despertar las carcajadas de los que viajábamos.
Tras horas de parloteo, varias paradas, alguna que otra cabezada y diez horas y media de viaje, llegamos a Puertollano. Desde el autobús la apariencia de Puerto no dejó indiferente a nadie, casi nadie por la calle, pocos establecimientos y antes de poner el pie en tierras manchegas ya pudimos ver desde fuera el que sería nuestro lugar de batalla, un campo que nos volvía a recordar la importancia del desplazamiento y del sueño que había en juego. Al bajar del bus la afición granate ya estaba dispuesta a darlo todo, eran las 10:30 de la mañana, 8 horas y media antes del partido pero los cánticos ya querían florecer de las bocas pontevedresas para avisar a los manchegos de que no les sería fácil.
La mañana y la tarde la pasamos juntos la gran mayoría de los granates, algunos íntimos, otros conocidos de vista, pero todos unidos como una gran familia y como si nos conociésemos desde siempre. Tras una primera parada, recorrimos un poco la ciudad y llegamos a una terraza que nos hacía seguir creyendo en la remontada y sentirnos en nuestra casa gracias a la Estrella Galicia. Allí seguía el optimismo, los cánticos y aunque el cansancio y los primeros nervios ya hacían mella, el apoyo granate no faltaría. Tras esta parada, había que ir a comer y terminamos en un bar en el que los bocadillos XXL y el buen trato de los puertollaneros fue lo más destacado (buen trato que también recibimos en los dos bares anteriores). Allí aparecería Ricardo Tilve el cual dio gorras camisetas y gorras a los aficionados, y una gorra y una camiseta hasta se la acabaría poniendo una de las camareras del bar manchego con la cara de sorpresa de los lugareños y las risas de los granates. Allí la gente muy abierta y hasta las míticas señoras que aprovechan el mediodía del domingo para tomarse su cañita y ponerse al día se interesaban en hablar con nosotros y preguntarnos por el viaje o el partido.
Aunque aún faltaban varias horas, ya comenzaba el verdadero ambiente de previa, los cánticos todos juntos por la ciudad sorprendían a los habitantes, que incluso no dudaban en sacar el móvil para grabarlo. Y tras varios cánticos haríamos la última parada, donde nos juntamos más granates y casualidad o no, donde estaban varios aficionados del Puertollano. Ahí ya sí que era inevitable el pensar en el partido, en el ascenso en juego y en dejarse la voz. Tras cantarles un "el Puerto paga la ronda" a los majos aficionados que allí había y recibir a los granates que habían hecho noche en Ciudad Real, partimos hacía el campo para recibir a los jugadores. En el camino, ni un segundo de silencio e incluso nos encontramos con más aficionados azules que por mucho que cantaron no pudieron con nuestras voces.
Al llegar al campo veríamos primero a los jugadores locales llegar en coche y algún granate ya les avisaba de que un 1-3 les iba caer. Tras esto y esperar un rato, llegaría el autobús del Pontevedra CF, y el dale Ponte y demás canciones no faltaron en el último recibimiento de la temporada. Después, llegaríamos a la puerta donde había varios aficionados del Puertollano (alguno poco listo y más centrado en nombrar a Rajoy y al Mirandés que a animar a su propio equipo). Aquí siguieron los cánticos granates, y nuevamente haciéndonos oír y mucho, sería nuestro pequeño Pasarón.
Al traspasar la puerta del campo ya comenzaríamos a ser conscientes de que para bien o para mal habría un antes y un después y ya no había vuelta atrás. Nos acompañaron a nuestra zona, en la parte izquierda de Preferencia y pegando con el fondo donde estaban Juventudes Blues. Allí ya se comenzaría a colocar pancartas, a ser conscientes de la importancia de apoyar al 100% y de darlo absolutamente todo, los minutos pasaban algunos muy lentos, luego muy rápido y llegaría así la hora: las 19:00.
El campo presentaba buena entrada, pero aún así habría una grada absolutamente vacía y las gradas no estarían totalmente llenas. Los granates, pocos pero peleones, animamos desde el primer minuto, increíble que se nos escuchase más a nosotros que a los miles de ellos pero así fue, y no éramos los únicos, la fuerza de los verdaderos granates que por diversas causas no pudieron venir se hacía sentir también con nosotros. En la grada, aparecieron más granates, gente desde Madrid, Sasi Moldes o Santi Mariño, entre otros. Todos conscientes de que cada segundo, cada cántico contaba. La tensión era máxima, los granates llegaban pero el balón no quería entrar, eso no nos callaba, eso ni nada lo haría. La percepción del tiempo no parecía la de siempre, mirabas el marcador y de repente ya habían pasado 10, 15 minutos más. Daba igual, había tiempo, y mientras lo hubiese se lucharía. Se llegaría al descanso, tras 45 minutos sin parar de animar, con mensajes y whatsapps desde Pontevedra y otras ciudades diciendo que vaya manera de oírsenos en el campo.
Nervios, ahora dominaban los nervios, ahora ya solo quedaban 45 minutos pero eso no podía hacer mella a la hora de animar, intentar no pensar y a darlo todo hasta el final. Algunos ya afónicos sacaban voz de donde hiciera falta, otros ya con miedo, otros ilusionadospero con el objetivo común de cantar, animar y demostrar que la Marea Granate es de las mejores aficiones sin duda. Varios uyyyys en la grada, viendo que se llegaba pero el 0-1 no caía, algún acercamiento peligroso del rival, minutos y minutos, tic tac, sin darte cuenta miras y ya el minuto 75piensas no puede ser.solo 15, da igual, podemos? Podemos! Algunos ya no podían evitar pensar en lo peor, era difícil, casi imposible pero había que dejar los malos pensamientos de lado y dejarse la voz hasta que llegase el final. Minuto 80, 85seguía el 0-0, algunas caras ya reflejaban lo peor, algunos ya no podían evitar el tener los ojos llorosos.
Y llegaría el finalel pitido finalmuchos que aguantamosya no pudimos y aunque intentando evitarlolas lágrimas terminarían cayendo por nuestra cara y ni aún así nos callamos, había que dejar claro que somos el PONTEVEDRA CF, que somos granates y que JAMÁS nos rendimos. Y pese a tener que aguantar a cuatro estúpidos del Puertollano, que seguro que ni aficionados eran, nosotros a lo nuestro. Los jugadores granates se acercaron a aplaudirnos (algún aficionado del Puertollano se acercó también a animarnos), algunos incluso nos dieron la mano, otros no podían evitar llorar, aunque era muy difícil ascender equipo y afición se encargó de darlo todo hasta el final, y eso es algo de lo que hay que estar realmente orgulloso y no perderlo para la próxima temporada. Esta mágica unión tiene que seguir y tiene que estar patente ya desde dentro de unos días cuando comience una pretemporada que estoy segura será la definitiva en el terrible pozo de Tercera.
Después del partido, minutos en los que de todo se pasaba por la cabeza, pero ya estaba, nada se podía hacer ni nada más se podía haber hecho, tocaba recoger y subir al autobús. Allí tristeza, caras largas, pero con el amor granate en común, un amor que traspasa fronteras y del que los familiares de Kevin Levis (que también venían en el autobús) ya formaban parte. El Pontevedra CF, el sentimiento granate te llena, Pasarón enamora, la afición granate, la de verdad no tiene obstáculos y hace lo que haga falta, la Marea Granate no falla y como dice la canción no me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes y cada día te quiero más.
Habrá muchos que aún sigan tristes, algunos que critiquen, los míticos que te dirán: "te lo dije", y es entendible, pero ahora hay que coger fuerzas, seguir con este dúo invencible: equipo-afición y así solo así, será como dentro de un año, mejor dicho antes (quedaremos primeros) seremos los más felices del mundo, lloraremospero de alegría, y todo el sufrimiento será recompensado, porque en todos los grandes amores hay altibajos pero luchando lo malo se supera y llega lo bueno, y como dije al principio no hay amor más verdadero que el granate.así que señores y señoras cojan fuerzas para luchar que el ascenso llegará! VOLTAREMOS! FORZA PONTE!