Hablemos del amor de pareja.
Creo que a menudo erramos al limitar los verdaderos amores a aquellos que están siempre cerca, que comparten nuestro día a día, o que son incondicionalmente presentes. La vida nos guía por caminos desconocidos para mostrarnos diversas facetas del amor, y deberíamos valorar cada experiencia, ya sea duradera o fugaz, sin que su duración determine su importancia.
El amor carnal surge con el gusto y la pasión, encendiéndose rápidamente con el deseo y la búsqueda de satisfacción y placer. Sin embargo, ese mismo amor puede evolucionar hacia algo más profundo, arraigado en el corazón y trascendiendo la superficie de la piel, convirtiéndose así en el gran amor de nuestra vida. Aunque esa persona no permanezca siempre a nuestro lado, es probable que siga habitando en lo más profundo de nuestro ser hasta el último día de nuestras vidas.
Para comprender esto, es necesario tener claridad y haber madurado lo suficiente para alcanzar un nivel de entendimiento más elevado. No todo lo que amamos nos pertenece, ni todo lo que atesoramos permanece con nosotros; es parte de nuestra evolución como individuos.
Viviremos esa relación con intensidad, desde el principio hasta el final, dejándonos aturdidos durante mucho tiempo. No nos arrebatará la paz en un sentido negativo, sino que nos sumergirá en una vorágine de emociones que nos harán sentir vivos. Aunque parezca que las mariposas en el estómago nunca desaparecerán, esa intensidad nos llevará fuera de nuestra zona de confort, haciéndonos experimentar una sensación de plenitud que no queremos olvidar.
Este tipo de amor puede perdurar a pesar de la distancia física, transformándose en algo sublime que trasciende las limitaciones del tiempo y el espacio. Incluso cuando estas personas establecen otras relaciones o se casan con otras parejas, siguen siendo leales y fieles a ese amor que guardan en lo más profundo de su ser.
El amor es un sentimiento demasiado personal y complejo para explicarlo con simpleza. Podemos amar de diversas formas, sin que ello signifique que estamos fallando o siendo hipócritas. Simplemente, no dejamos de amar a esa persona que ha ocupado un lugar eterno en nuestro corazón, aunque reconozcamos que no es nuestra pareja ideal.
Aunque el amor nos haga conectar con una parte de nosotros mismos que trasciende lo físico y lo racional, es importante aceptar cada experiencia tal como es, sin buscar revivirla ni forzar ninguna relación. Aunque sepamos que es poco probable que esa persona vuelva a formar parte de nuestras vidas, su recuerdo seguirá siendo el amor más importante e inquebrantable que hayamos experimentado.
Agradecemos a la vida por darnos la oportunidad de experimentar un amor que trasciende las limitaciones del tiempo y el espacio, y que nos hace creer en la eternidad del verdadero amor.
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