"Pesará sobre su conciencia. Yo me quedo tranquilo, me quedo en paz". Así se expresó Marcos Vidal, autor confeso del conocido como crimen de Ponte Caldelas ante dos agentes de la Guardia Civil. Tras matar a cuchilladas al marido de la mujer con la que había tenido una relación, llamó al 112 para confesar y entregarse.
Cuando ya estaba detenido, dijo esa frase a dos guardias civiles que le trasladaban a la Comandancia de Pontevedra, en clara alusión a su ex y esposa del fallecido, y también les dijo que había esperado en la puerta de la casa de su ex a ver si salía alguien y, si había alguien, que le mataba. Salió el luego fallecido, forcejearon y le acuchilló con una navaja que les entregó.
Los dos agentes relataron esa confesión este martes durante la segunda sesión del juicio contra Marcos Vidal que se está celebrando en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Ambos pertenecen al cuartel de Fornelos de Montes y fueron alertados el día del crimen, el 28 de noviembre de 2015. Primero fueron a la vivienda de la calle México de Ponte Caldelas por un aviso de una reyerta, pero no pudieron entrar y, estando allí, les avisaron de que el presunto asesino estaba en la zona del paseo fluvial de A Calzada, donde se entregó de forma voluntaria.
Durante la segunda sesión del juicio, pasaron ante el tribunal popular que juzga los hechos una veintena de testigos, entre ellos varios guardias civiles que intervinieron en la investigación y conocidos tanto del autor confeso del crimen como de su víctima, Manuel Rivas, y su ahora viuda, Sandra Martínez Araújo.
Entre quienes pasaron por la sala de vistas estaba un detective privado contratado por el fallecido. Explicó que Manuel le pidió que le acompañase "por seguridad" y le relató que su esposa tenía una relación con Marcos Vidal y se sentía "totalmente amenazado" por él. Pese a que ella negó esa relación durante su declaración en el juicio este lunes, el detective confirma que él pudo corroborar que estaba "clara" a la vista de una serie de mensajes de móvil.
Un especialista de la Guardia Civil analizó esos mensajes de móvil y, en general, toda la actividad de los teléfonos del acusado, la víctima y su viuda e indicó que Marcos Vidal y Sandra Martínez "hablaban todos los días a todas horas" tanto a través de llamadas como de mensajes de whatsapp y que unas veces iniciaba él la conversación y otras lo hacía ella. Este detalle contradice las afirmaciones realizadas por la mujer durante su declaración como testigo, pues ella aseguró que solía responderle con monosílabos y que le llamaba porque él se lo exigía.
Este guardia civil encontró en el teléfono de Manuel Rivas una foto que le hicieron cuando ya estaba tirado en la cama tras haber recibido una veintena de cuchilladas, imagen que presuntamente le tomó Marcos Vidal y le envió por mensaje a Sandra Martínez. En el móvil del autor confeso del crimen encontró dos fotos que le llamaron la atención, ambas de abril de 2015, medio año antes del crimen: una de Sandra dormida y otra de Sandra y Marcos juntos.
El análisis de los teléfonos también reveló que en los días previos a estos hechos Sandra le pedía cada mañana a su marido que le diese un "ok" a la hora en la que salía de casa para trabajar. Según el relato de la mujer, se debía a que se sentían amenazados por el acusado y su marido le confirmaba de esta forma que salía de casa y estaba bien. El día del crimen le pidió ese 'ok', pero nunca llegó.
El tribunal de jurado que deberá decidir si Marcos Vidal es autor de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento por matar a puñaladas a Manuel Rivas también escuchó este martes a una psicóloga que atendió a Sandra un año antes, entre septiembre y noviembre de 2014, y que aseguró que la veía como una víctima de violencia de género que sufría daño psicológico por parte del acusado.
Esta especialista relató que la ahora viuda acudió a su consulta porque sufria ansiedad dado que Marcos no aceptaba la ruptura de la relación que habían mantenido meses antes y que ella percibió que tenía una "ambivalencia emocional hacia él", pues tanto sentía amor como odio. La relación se había terminado y, según relató a la psicóloga, no quería retomarla, pero sí sentía estos "sentimientos contradictorios". En todo caso, asegura que "su calidad de vida estaba mermada por la existencia de Marcos", que la acosaba.
Según le trasladó, le "tenía miedo", pero no le denunció, según su interpretación, por esa ambivalencia emocional. Además, añadió que la viuda, en aquella temporada en la que acudió a su consulta, le dijo que vivía sola y ya no tenía relación con su marido, al que había dejado por la relación con Marcos, pero tampoco con éste último.
También prestó declaración un psicólogo que atendió a Marcos durante varios meses entre 2014 y 2015. La propia Sandra le buscó ese psicólogo para que le ayudase y presentaba un trastorno ansioso depresivo porque no aceptaba la ruptura. Según el especialista, además de estar depresivo y sin ganas de vivir, cuando vivía situaciones de frustración, tenía episodios de ira que quería aprender a manejar.
Tras varias sesiones, le notó mejoría. Además, constató que estaba recibiendo atención psiquiátrica en el Sergas y tomaba medicación.
Otra especialista, en este caso en psiquiatría, relató que atendió a Marcos tras el crimen porque sufrió un ataque de ansiedad en los calabozos, pero, cuando ella le vio, ya estaba más tranquilo y le confesó lo que había hecho. Días después, acabó ingresado en Psiquiatría. Esta psiquiatra también atendió a Sandra tras el crimen con una crisis de angustia.
El juicio contra Marcos Vidal encara este miércoles su recta final con la declaración de forenses y peritos y, a continuación, los miembros del jurado deberán deliberar. El fiscal le atribuye un delito de asesinato con alevosía y solicita una pena de 20 años de prisión, la prohibición de acercarse a la viuda durante 25 años y una medida de libertad vigilada durante ocho años más. Las acusaciones particulares que ejercen sus padres y su viuda piden 20 y 25 años por asesinato y su abogado defensor reduce la acusación a homicidio.