Matojos, cascotes y abandono: el ocaso en Pontevedra de un fútbol de otra época

Pontevedra
09 de julio 2020
Actualizada: 05 de diciembre 2024

No hace tanto tiempo casi cada parroquia pontevedresa contaba con su propio equipo y campo de fútbol, de tierra casi siempre, pero con el tiempo y la falta de uso muchas de estas instalaciones han quedado en el olvido. Repasamos el estado de algunos de estos campos donde tantos pontevedreses crecieron dando patadas a un balón

Campo de fútbol de O Salgueiral en Bora
Campo de fútbol de O Salgueiral en Bora / Mónica Patxot

Tierra, grava e incluso barro cuando llovía, balones Mikasa más pesados que una roca cuando se mojaban o falta de agua caliente en los vestuarios. Poco importaba ante la pasión por un deporte que ha cambiado con el paso de los años y la renovación de las instalaciones. No hace tanto tiempo casi cada parroquia contaba con su propio equipo y campo de fútbol, reflejos de otra época que van quedando sólo en el recuerdo de los muchos pontevedreses que fueron felices dando sus primeras patadas a un balón aunque el clima no acompañara, o especialmente esos días.

Es otro fútbol, uno en el que poco importaban las marcas de ropa y botas o la manera de celebrar los goles de los cracks de la Liga de Fútbol Profesional, y en el que hasta el público intentaba refugiarse como podía en los días poco agradables, o se arrejuntaba en las modestas cantinas de los estadios como cita ineludible de la semana.

En Pontevedra, como en la mayoría de municipios, abundaban este tipo de campos de fútbol por todas sus parroquias, casi todos de tierra y propiedad de comunidades de montes o equipos, y que se mantenían gracias al empeño de personas que durante años se dejaron la vida por atenderlos. Pero los tiempos han cambiado y sin relevo generacional, por unas circunstancias u otras ahora languidecen, abandonados o semi-abandonados dejando ver el efecto del paso de los años.

La renovación de las instalaciones con la instalación en muchos lugares de hierba sintética, y también la concentración de la población cada vez más en los núcleos urbanos y no en el rural, ha ido mermando la capacidad de los clubes que los ocupaban, primero dejándolos sin equipos de base y después, en la mayoría de casos, también de los de categoría sénior o veteranos, los últimos en resistir.

En este contexto en PontevedraViva hemos querido comprobar el estado de algunos de estos campos. No son todos, pero sin duda suponen un reflejo de cómo ha cambiado la sociedad y el panorama deportivo.

Quizás uno de los campos más castigados sea el de O Salgueiral, en Bora, al que puede accederse a día de hoy sin problema por no contar con portal de acceso pero en el que para recordar lo que un día fue hay que esquivar la maleza y hasta los cascotes de obra depositados por algún vecino. Se trata de una instalación que sobre todo a finales de los 80 y principios de los 90 gozaba de gran actividad. No sólo era usado por el club de la parroquia, también desde Pontevedra y ante la falta de instalaciones en la época se desplazaba la cantera, por ejemplo, de la ACD A Seca, hasta que la renovación de A Xunqueira le hizo cambiar de sede. Aún así durante años siguió en uso, con etapas de cierto esplendor con la fusión del Bora-Campolongo que llegó a pelear en la Primera Regional y una renovación con construcción de grada y nuevos vestuarios incluida que se acometió en el año 2006 inviertiendo alrededor de 120.000 euros. De nada valió y sólo unos años después su suerte terminó siendo la de tantos campos de la zona.

Campo de fútbol do Salgueiral en Bora
Campo de fútbol do Salgueiral en BoraMónica Patxot

Otro ejemplo cercano es el Raimundo Piñeiro 'Pechecho', en Lérez, que lleva el nombre de la persona que durante casi tres décadas presidió el club local y que, aunque todavía en 2019 se utilizó para un campeonato de tiro con arco, ha dejado de lado la práctica del fútbol, ya que ningún equipo lo utiliza ya. De hecho el CD Lérez, filial del Pontevedra, tiene su sede en los campos Manolo Barreiro de A Xunqueira. En su caso, no sólo ha influido la dificultad de seguir reuniendo cada años niños y niñas dispuestos a jugar al fútbol, sino la cercanía de una instalación plenamente renovada como el nuevo campo de Gatomorto, en Xeve. Precisamente el de Gatomorto es de los pocos 'supervivientes' de la zona gracias al plan de actuación en instalaciones deportivas del rural pontevedrés y del que también se beneficiaron el campo de Chan do Monte en Cerponzóns o el de Campañó, además de los proyectados en Ponte Sampaio y Salcedo.

Campo de fútbol Raimundo Piñeiro 'Pechecho' en Lérez
Campo de fútbol Raimundo Piñeiro 'Pechecho' en LérezMónica Patxot

El Raimundo Piñeiro, unido al nuevo estadio de Gatomorto, fue una de las propuestas que el Concello le hizo al Pontevedra para la construcción de su anhelada ciudad deportiva, proyecto que sigue estando entre los planes del club granate. Eso sí, la presidenta de la entidad, Lupe Murillo, declaró en más de una ocasión que su opción preferida sería el campo de fútbol situado en A Xunqueira de Alba, y que ya pocos recuerdan ver en pleno uso. Unos terrenos junto al parque de las marismas afectados por Costas y que están al acceso de los paseantes, a los que recibe habitualmente con hierbas atas y unas oxidadas porterías dando prueba de lo que un día fue una instalación deportiva.

Campo de fútbol da Xunqueira de Alba
Campo de fútbol da Xunqueira de AlbaMónica Patxot

Precisamente la afectación de Costas se llevó por delante un campo que sí estaba en uso como el de Os Praceres, con su equipo el San Andrés peregrinando desde entonces por otros campos como A Xunqueira o Príncipe Felipe para mantener su actividad, al igual que el Salcedo, que espera que salga adelante el plan de su nuevo campo mientras ve languidecer la que fue su casa, O Casal. En su caso el estado de terreno aún no evidencia un gran deterioro, al llevar sólo un par de años en desuso, pero va camino de seguir los pasos de sus vecinos.

Campo de fútbol da Devesa en Alba, reconvertido para a práctica do tiro con arco
Campo de fútbol da Devesa en Alba, reconvertido para a práctica do tiro con arcoMónica Patxot

Han sido pocos los que se han salvado de la quema, o bien por la renovación asumida por el Concello o por abrirse a nuevos horizontes deportivos. Es el caso del último ejemplo comprobado en esta ruta, el del campo de A Devesa, en Alba, cuyo mantenimiento asumió hace alrededor de tras años el Club Boa Vila de tiro con arco para convertirlo en su centro de entrenamientos y también como lugar de competiciones oficiales, como el Campeonato Gallego que tienen previsto acoger en agosto. Sólo las porterías y los banquillos recuerdan a lo que un día fue, con tierra en lugar de la hierba que ahora cubre el terreno, y donde tenía su casa otro de los clubes parroquiales que ha dejado de existir.

Un fútbol y un deporte que, pese a todo, sigue muy vivo en la memoria de muchos pontevedreses.