"Que limpien el nombre de nuestros hijos para que puedan ir a la calle con la cabeza alta", claman las vecinas de Monte Porreiro María Antonia Portela y Raquel Diaz. En septiembre de 2016 una menor de la parroquia de Marcón denunció que sus hijos de 16, 20 y 22 años la habían violado y amenazado a través de la red social Instagram. Tras meses de investigaciones de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, los forenses del Imelga y tres juzgados de Pontevedra, las causas quedaron archivadas y los jóvenes, exculpados. Ahora, ellas quieren que se sepa toda la verdad, que sus familias vivieron un auténtico "calvario" por una denuncia en falso.
El Juzgado de Menores número 1 de Pontevedra investigó la supuesta agresión sexual perpetrada por el menor de los chicos, hijo de Raquel. Los juzgados de Instrucción número 1 y número 2 de la capital las denuncias que afectan a los dos hijos de María Antonia, una por agresión sexual a una menor de 16 años y varias por allanamiento de morada y amenazas. En varias resoluciones a las que ha tenido acceso PontevedraViva, los jueces decretaron el sobreseimiento provisional de las causas utilizando argumentos coincidentes, que "no aparece debidamente justificada la perpetración del delito".
Para archivar las causas los jueces se basaron en informes forenses, policiales y de la Fiscalía. En el caso de la denuncia más grave, por agresión sexual, incluso consta un examen forense realizado a la menor supuestamente violada que acredita que nunca ha mantenido relaciones sexuales. "Les acusaron de violación y ahora se ha demostrado que no hubo tal violación. La niña es virgen", mantienen estas madres, cargadas de "rabia e impotencia".
En el caso de las amenazas, la supuesta víctima reconoció a la Policía Nacional que ella misma creó una cuenta de Instagram con el nombre y la foto de uno de los jóvenes investigados desde la que se envió a sí misma mensajes como: "Te voy a matar, te voy a hundir los ojos, te voy a volver a violar". Además, se ha podido demostrar que ella misma "mató a sus animales" tras asegurar que el hijo mayor de María Antonia había entrado en su casa de noche encapuchado y había realizado actuaciones como ahorcarle al perro o matarle a la gata.
Una vez demostrado que era mentira que los tres jóvenes violasen, amenazasen y entrasen en la casa de la menor causando graves daños a sus mascotas, sus madres quieren sacar a la luz el daño sufrido tanto por los chicos como por sus allegados y "que esto sirva para que no se lo haga a más familias", pues los dos jóvenes mayores de edad llegaron a estar detenidos por estos hechos y los tres sufrieron consecuencias tanto a nivel psicológico como social.
Además, piden a la madre de la menor, que salió en varios medios de comunicación denunciando los hechos, "que me diga por qué hizo todo esto", pues consideran que ella es tan responsable como su hija de las denuncias falsas. A los hermanos hijos de María Antonia les interpuso más de una decena de denuncias y "todo fue mentira".
"Dejaron de comer, empezaron a mearse en cama, por las calles fueron perseguidos, un vecino de 40 años le pegó una paliza en la carretera, hubo partes de lesiones, en la zona del mirador le pusieron pintada de violadores fuera, mi hijo perdió a su novia.... A mis hijos le destrozó la vida", relata María Antonia, que también ella misma ha tenido problemas de insomnio y tuvo que cambiarse de piso con toda su familia cuando el casero descubrió que habían detenido a sus hijos por violación.
El pasado mes de marzo todas las denuncias habían quedado archivadas, pero siguen sufriendo las consecuencias. "El otro día mi hijo vino llorándome: mamá aún siguen llamándome violador", sostienen, de ahí que hayan decidido dar el paso. "Al principio fue desesperante, a mí se me secaron las lágrimas, todas las que tenía las eché", sostienen. Ahora que ya están más tranquilas, quieren que la Justicia que llegó de la policía y los tribunales también llegue de la sociedad y "que digan: lo sentimos, es mentira y os pedimos perdón". Todo "para que puedan ir por la calle como otro niño cualquiera", pues en Monte Porreiro "nos conocemos todos" y desde septiembre les señalan por la calle y marginan.